España
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El Foro Militar de Venezuela :: Fuerzas Armadas del Resto del mundo :: Fuerzas Armadas de Norteamerica y Europa
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Re: España
Aumento de la presencia militar de EE.UU en España
La base de Morón de la frontera (Sevilla) será la base aérea desde la que EE.UU controlara el norte de África.
Mas de 1000 marines y un numero de aviones aún por determinar llegaran a la base este año.
La base de Morón de la frontera (Sevilla) será la base aérea desde la que EE.UU controlara el norte de África.
Mas de 1000 marines y un numero de aviones aún por determinar llegaran a la base este año.
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
El USS Donald Cook parte hacia España con un escudo antimisiles
Norfolk (EE.UU.), 31 ene (EFE).- El destructor estadounidense USS Donald Cook, equipado con un sistema de misiles interceptores, partió hoy de la base naval de Norfolk (Virginia) rumbo a Rota (España), donde establecerá su base permanente.
Tras una ceremonia de despedida en la que asistieron los familiares de los más de 300 marineros y oficiales destacados en el navío, el USS Donald Cook, de 154 metros de eslora y 20 de manga, partió de Norfolk para un trayecto que se prevé concluirá el 11 de febrero con su llegada al puerto destino.
Con su viaje a la base aeronaval conjunta hispano-estadounidense de Rota, el USS Donald Cook abre camino a otros tres destructores estadounidenses que en los próximos dos años se establecerán en ese enclave militar situado junto a la Bahía de Cádiz, en la costa atlántica del sur de España.
El despliegue permanente de estos cuatro destructores en Rota se encuadra en el programa del escudo antimisiles de la Alianza Atlántica (OTAN) en el sur de Europa, lo que garantizará poder "estar en el lugar adecuado en todo momento", aseguró recientemente el secretario de la Armada, Ray Mabus.
El destructor Donald Cook está equipado con el sistema Aegis, que le permite interceptar misiles ofensivos y proteger gracias a su movilidad amplias zonas del sur y centro de Europa dentro del programa defensa antimisiles de la OTAN.
Los otros destructores que se desplegarán de manera permanente los próximos meses en la base del sur de España son el USS Ross, el USS Porter y el USS Carney, que completarán el despliegue y supondrá un importante aumento de la población estadounidense en la base de Rota y en los alrededores.
http://noticias.lainformacion.com/politica/sistemas-de-misiles/el-uss-donald-cook-parte-hacia-espana-con-un-escudo-antimisiles_4xYy3U7D8uU3OgbvkvL6D6/
Norfolk (EE.UU.), 31 ene (EFE).- El destructor estadounidense USS Donald Cook, equipado con un sistema de misiles interceptores, partió hoy de la base naval de Norfolk (Virginia) rumbo a Rota (España), donde establecerá su base permanente.
Tras una ceremonia de despedida en la que asistieron los familiares de los más de 300 marineros y oficiales destacados en el navío, el USS Donald Cook, de 154 metros de eslora y 20 de manga, partió de Norfolk para un trayecto que se prevé concluirá el 11 de febrero con su llegada al puerto destino.
Con su viaje a la base aeronaval conjunta hispano-estadounidense de Rota, el USS Donald Cook abre camino a otros tres destructores estadounidenses que en los próximos dos años se establecerán en ese enclave militar situado junto a la Bahía de Cádiz, en la costa atlántica del sur de España.
El despliegue permanente de estos cuatro destructores en Rota se encuadra en el programa del escudo antimisiles de la Alianza Atlántica (OTAN) en el sur de Europa, lo que garantizará poder "estar en el lugar adecuado en todo momento", aseguró recientemente el secretario de la Armada, Ray Mabus.
El destructor Donald Cook está equipado con el sistema Aegis, que le permite interceptar misiles ofensivos y proteger gracias a su movilidad amplias zonas del sur y centro de Europa dentro del programa defensa antimisiles de la OTAN.
Los otros destructores que se desplegarán de manera permanente los próximos meses en la base del sur de España son el USS Ross, el USS Porter y el USS Carney, que completarán el despliegue y supondrá un importante aumento de la población estadounidense en la base de Rota y en los alrededores.
http://noticias.lainformacion.com/politica/sistemas-de-misiles/el-uss-donald-cook-parte-hacia-espana-con-un-escudo-antimisiles_4xYy3U7D8uU3OgbvkvL6D6/
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
Blas de Lezo escribió:Se empezara campaña para la recuperación de las diminutas islas salvajes robadas por los portugueses durante la guerra civil española 1936.
Marcado en rojo el territorio en disputa
La armada debe garantizar la seguridad de los activistas ante el ejercito portugués.
bien hecho, esperemos que puedan recuperar sus islas
Caribe- Soldado Raso
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Re: España
Gracias amigo caribe, hace mucho que no te veía por el foro.
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
Las responsabilidades del Ministerio de Defensa y Navantia en el escándalo de los submarinos S-80
Domingo 01 de Septiembre de 2013 17:36
El programa del submarino español S-80, acometido por el Ministerio de Defensa y el astillero público Navantia para renovar los sistemas de armas de la Armada y planteado como la operación estrella de la industria naval militar, ha devenido en un estruendoso fiasco en todos los órdenes (político, económico, tecnológico, de imagen…), con gravísimas consecuencias para la defensa nacional. A pesar de ello, sigue impune desde que se detectó hace casi un año (públicamente se conoció en la pasada primavera), sin que se vislumbre intención gubernamental alguna de tomárselo realmente en serio y depurar las responsabilidades correspondientes.
El pasado 12 de mayo dábamos noticia puntual del caso en esta misma web (El desastre de los S-80 de Navantia: les sobran al menos 75 toneladas por errores de cálculo), confirmando que al primer submarino de la nueva serie S-80 encargada por la Armada Española al astillero Navantia, el ‘Isaac Peral’ (S-81) le sobran entre 75 y 100 toneladas, estando construido ya al 68% y con problemas de concepto y de diseño de difícil y costosa superación. Una situación intolerable, porque el control de pesos responde a los principios básicos de la construcción naval y en este caso ha comprometido la llamada ‘reserva de flotabilidad’, que permite a los submarinos sumergirse, emerger y navegar, mediante el llenado y vaciado de tanques, a pesar de su notable desplazamiento (2.200 toneladas en superficie y 2.430 en inmersión).
En otras palabras, el primer submarino de diseño español, lanzado a bombo y platillo mundial como el ‘no va más’ de nuestra industria naval, como el submarino convencional más avanzado del planeta, un ingenio que llevaría al astillero de Cartagena a alcanzar cifras de exportación jamás pensadas, hace aguas por los cuatro costados. Baja pero no sube, recordando así uno de los geniales monólogos de Gila sobre la guerra: “El submarino que nos mandaron el martes, de color, divino, pero no flota…”.
LAS GRAVES CONSECUENCIAS DE LA INCOMPETENCIA PÚBLICA
Ocultando el problema de forma ciertamente desleal desde el verano de 2012, y tirando en consecuencia por la borda toda la construcción inservible continuada desde entonces, en la primavera de 2013 Navantia ya no podía ocultar más la existencia de “desviaciones relacionadas con el balance de pesos”, que terminaron siendo filtradas por el diario La Verdad, estimando que la evaluación del problema y su corrección supondrán un retraso adicional de hasta 24 meses en la fecha de entrega del buque (y puede ser mayor, si es que el programa no termina durmiendo el sueño de los justos). Es decir, que el ‘Isaac Peral’ (S-81) no estará en ningún caso operativo en la Armada en marzo de 2015, que era la última fecha prevista, sino a partir de 2017, y ello sin contar con la fuerte desviación presupuestaria que va a comportar, aunque el Ministerio de Defensa sostenga el imposible de que no se va a comprometer la previsión de gasto del programa…
El ministerio de Defensa afirmó entonces que “se está estudiando el alcance del problema para determinar su impacto en términos de tiempo y dinero”, y alega con una simpleza intolerable que “se barajan distintas alternativas”. Si se mantiene la utopía de construir un submarino español convencional con visos de poder competir en el mercado internacional (por ejemplo, con los franceses y los alemanes), la solución pasa teóricamente por alargar el casco, prolongar sus 71 metros de eslora y revisar en cadena todo el desarrollo del buque. Es decir, no se trata de adelgazar el submarino (lo que supondría volver a la versión desechada del ‘Scorpène’), sino de crecer para reequilibrar el peso, lo que en definitiva supone cambiar el proyecto sustancialmente, sin garantías de acierto ni de mantener los requisitos exigidos por la Armada y, por supuesto, disparando su coste.
El problema del exceso de tonelaje -consecuencia de errores de cálculo elemental en los trabajos de ingeniería- supondrá no solo un retraso en la construcción, sino también un sobreprecio, que de momento nadie se atreve a evaluar pero que fácilmente rondará los 1.000 millones de euros adicionales. El programa S-80, que para cuatro sumergibles tenía asignado un presupuesto inicial de unos 2.200 millones de euros, y que ya es uno de los más costosos de las Fuerzas Armadas y el más importante de todos los encargados a la industria nacional, se convertiría de esta forma en un estruendoso desastre económico, sin precedentes en la vergonzosa historia de nuestros equipamientos militares, caracterizada por no comprar lo necesario y comprar lo innecesario.
Pero el submarino español que no flota, algo inconcebible y que en sí mismo ya supone un escándalo de marca mayor, conlleva problemas aún más graves que el de evidenciar la incompetencia de Navantia y el despilfarro propiciado por el Ministerio de Defensa. Con responsabilidades compartidas tanto por los gobiernos del PP como del PSOE, razón por la que el tema no ha tenido todavía el tratamiento adecuado en el Parlamento.
LA FLOTA DE LA ARMADA, SIN PROTECCIÓN SUBMARINA
El primero de ellos es la indefensión de la Armada Española, cuyos buques a flote (de proyección oceánica y por tanto con necesidades de protección integral muy notables) se verán afectados por una precaria escolta submarina y por la imposibilidad real de abordar determinadas operaciones y estrategias de guerra naval, ofensiva o defensiva. La serie de submarinos S-70, clase ‘Agosta’, formada por cuatro unidades (‘Galerna’, ‘Siroco’, ‘Mistral’ y ‘Tramontana’), con entrada al servicio de la Armada entre 1983 y 1986, tiene agotada su utilidad operativa desde hace tiempo, estimada en no más de 25 años para el actual nivel tecnológico del combate (Francia, sin ir más lejos, retiró el ‘Ouessant’ S623, que fue su último submarino de la clase ‘Agosta’, en 2001).
De hecho, el ‘Siroco’ S-72 ya fue dado de baja en la Lista Oficial de Buques Armada (LOBA) en junio de 2012, mientras el más antiguo ‘Galerna’ S-71, entregado en enero de 1983, se intentaba mantener como una pieza de museo hasta recibir el ‘Isaac Peral’ S-81. Además, el ‘Tramontana’ S-74 ha quedado indisponible este mismo verano a la espera de que se le pueda realizar una ‘gran carena’, extraordinaria, para alargar su cuestionable vida operativa hasta el 2016 (nada menos que 30 años), cuyo coste se estima en unos 30 millones de euros y que hasta ahora no se han contemplado en presupuesto alguno de Defensa.
Con todo, tras la baja del 'Siroco', en poco más de una década la Armada ha pasado de tener ocho submarinos, con al menos seis operativos, a disponer sólo de tres (la serie ‘Daphné’ precedente de cuatro submarinos S-60 fue dada de baja entre 2003 y 2006). Y de esos tres S-70, solo hay disponibles dos para misiones nacionales y compromisos internacionales: el ‘Mistral’ (S-73) y el ‘Tramontana’ (S-74) inmovilizado y con una gran carena pendiente (el 'Galerna' se botó en 1981 y es más antiguo que el ‘Siroco’, ya dado de baja, con lo que su operación práctica no deja de ser temeraria, además de que en ningún caso podrá esperar ya a ser relevado por el ‘Isaac Peral’ S-81).
En estas condiciones, los planes de la Armada centrados en la renovación in extremis de su flota con cuatro nuevos submarinos de la clase S-80 entre los años 2013 y 2019, se han evaporado. Y la situación es tan dramática que, en el caso de no poderse acometer la gran carena del ‘Tramontana’, en 2016 la Armada española contará con un único submarino, el ‘Mistral’ S-73, tercero de la clase ‘Agosta’, entregado a la Armada en 1985 y parcheado con piezas canibalizadas del ‘Siroco’ S-73.
Si con dos unidades la flotilla de submarinos ya sería exigua (además de funcionalmente obsoleta y sobre todo de tecnología muy desfasada), pensar en uno solo resulta inimaginable, ridículo y hasta una broma de mal gusto. De hecho, eso supondría tener que arriesgar la flota (sobre todo el buque insignia ‘Juan Carlos I’ L-61) en una situación de guerra naval estándar, dado que sería tremendamente vulnerable ante el ataque de submarinos convencionales de países con mucho menor peso militar que España: un escenario realmente catastrófico que Defensa y la Armada ocultan de forma vergonzosa a la opinión pública y al propio Parlamento.
Paréntesis: Para tener una idea clara de la obsolescencia de la actual flotilla de submarinos, todos entregados a la Armada entre 1983 y 1986, baste recordar que el Portaaviones ‘Príncipe de Asturias’ R-11, asignado años después (en mayo de 1988), ya fue dado de baja en febrero de 2013 y enviado a desguace tras 25 años escasos de servicio.
NAVANTIA LLEVA LA INDUSTRIA NAVAL MILITAR A PIQUE
El segundo problema sustancial, es el del desprestigio mundial que acarrea el fracaso del submarino español S-80 para la ya quemada industria naval militar (léase Navantia), que de paso arrastra al conjunto de los astilleros privados ‘contaminados’ en su propia acción comercial por la mala imagen de la empresa española de referencia. Una situación apuntillada por la creciente competitividad de otras industrias navales emergentes (China, Corea del Sur…), por la brecha tecnológica (gap) que nos separa de las constructoras y empresas de ingeniería naval occidentales más avanzadas y por la incapacidad política de España para afrontar con inteligencia la reconversión del sector mediante asociaciones estables y consorcios de codesarrollo y coproducción similares a los ya acometidos con notable éxito en el sector aeroespacial, cuyo paradigma sería EADS.
Alcanzado el cenit de la mala reputación internacional de Navantia, ganada a pulso y encubierta con una propaganda grandilocuente y con los pedidos obligados de la Armada Española, que por otra parte ha venido supeditando la racionalidad de sus adquisiciones y la satisfacción de las necesidades reales de la defensa nacional en tiempos y medios adecuados a los intereses laborales y comerciales de la empresa constructora, a la industria naval militar española sólo le queda huir hacia la integración en una suerte de consorcio internacional. Aunque sólo sea para poder seguir construyendo plataformas, dado que su tecnología y capacidad de diseño y de integración de sistemas de combate es nula y cada vez más y más distanciada de la actual realidad del mercado.
Claro está que soluciones de ese tipo tendrían que pasar primero por el saneamiento total de la incompetente dirección de Navantia, la política y la técnica, y por ponerla en manos de auténticos empresarios y profesionales privados (no paniaguados afines a los partidos políticos), si es que todavía se estuviera a tiempo. De momento, esa es la triste realidad de Navantia, digan lo que digan las partes interesadas.
Pruebas de la incapacidad y de los experimentos fracasados de Navantia se tienen todos los días, porque el problema del sobrepeso no es el primer escollo con el que tropieza el submarino español S-80, ni tampoco el más complejo. Su característica más novedosa es que iría equipado con un sistema de Propulsión Independiente del Aire (AIP), lo que le permitiría permanecer sumergido a profundidad táctica más de tres semanas (plazo ya alcanzado por los ‘Scorpène’) en vez de tener que emerger cada cuatro o cinco días, como les sucede a los sumergibles convencionales de la generación anterior, lo que supone una gran ventaja operacional y estratégica, notable y más próxima en ese sentido a la de los submarinos de propulsión nuclear.
Hay varios sistemas AIP operativos y de eficacia contrastada una vez superadas las dificultades de su desarrollo, como los suecos y alemanes, o el propio sistema anaeróbico francés MESMA (Módulo de Energía Submarina Autónoma) AM-2000, opcional al CM-2000 en los submarinos de la clase ‘Scorpène’. Pero los sabios ineptos de Navantia optaron de nuevo por una inexistente ‘solución española’, un ‘invento’ que, además de innecesario porque ya está inventado, hoy en día es inviable para España (es decir, un desarrollo nacional o autárquico tan absurdo como inalcanzable).
Por indicación de otros sabios de la Armada metidos en camisas de once varas, Navantia contrató con la empresa Hynergreen Technologies S.A. (una filial del Grupo Abengoa) la fabricación del procesador de bioetanol, que produce nitrógeno a partir de dicho combustible, basado en un pila (fuel cell) similar a la del sistema AIP que equipa los submarinos alemanes Tipo 212 y 214. La empresa diseñó un procesador a gran escala, pero falló en su miniaturizado y el prototipo se autodestruyó, llevando a Navantia a negociar con Técnicas Reunidas la fabricación urgente del procesador de bioetanol de los primeros submarinos, aunque no se sabe si operando o no una pila de combustible de 300 kW de salida fabricada por la empresa estadounidense UTC Power…
Ahora, el retraso provocado por el exceso de peso de los submarinos S-80 dará más tiempo para resolver el problema del AIP, aunque considerando la precariedad submarina de la Armada no se descarta una nueva chapuza consistente en que el primero de ellos, el ‘Isaac Peral’ S-81, se construya sin incorporar todavía el nuevo sistema de propulsión. Menudo negocio y menuda imagen: un submarino súper indiscreto (emergiendo cada dos por tres) con sobrepeso, sobrecoste y sobre-incapaces al mando del proyecto.
Aún más, a estas alturas de su lamentable aventura submarina, Navantia no tiene más remedio que recurrir al “asesoramiento técnico de un socio tecnológico” extranjero para resolver el problema sustancial del sobrepeso. Lo más probable es que ya lo esté haciendo la General Electric Boat, una filial de la estadounidense General Dynamics que evaluó el proyecto original -desde luego erróneamente- y que ahora cobraría otros 14 millones de euros complementarios por intentar sacar la pata del orinal donde la han metido de consuno los avispados del Ministerio de Defensa, de Navantia y también de la Armada.
Total, que Navantia se ha terminado de cargar la ya bochornosa imagen de la industria naval militar de España en todo el mundo, desde Australia hasta Chile, pasando por Venezuela, que ya es decir, a pesar del tono siempre triunfalista de sus notas de prensa. Su inexistente cartera de pedidos, al margen de la chapucera relación que desde siempre mantiene con la Armada Española, encantada en pasear almirantes al mando de buques que no sirven para lo que tienen que servir, sólo porque representan carga de trabajo para Navantia, es buena prueba de ello.
Paréntesis: Un pedido bien expresivo de la mala situación de Navantia, es la decisión tomada por Chile para dotarse con dos buques LSD de Asalto y Portahelicópteros franceses de la clase ‘Foudre’, el propio ‘Foudre’ L9011 comisionado en 1990 y que sustituirá al LST ‘Valdivia’ (clase ‘Newport’) y, a continuación, el ‘Siroco’ L9012 comisionado en 1998. Un acuerdo a favor de la relación franco-chilena que se suscribe tras la experiencia de la Armada de Chile con la adquisición de sus dos submarinos de la clase ‘Scorpène’, el ‘General O’Higgins’ SS-23 y el ‘General Carrera’ SS-22, cofabricados por la española Navantia y la francesa DCNS.
Lo curioso del caso es que el desvergonzado secretario de Estado de Defensa, Pedro Argüelles, se haya atrevido a soltar otra chuscada propia de Gila sobre el tema en declaraciones al diario El Economista, considerando que a pesar de lo sucedido todavía se está “a tiempo para capturar una parte del mercado de submarinos de la próxima generación y el S-80 sigue situado en las primeras plazas”. Y ello advirtiendo al mismo tiempo de forma contradictoria que “primero hay que acreditar que tenemos capacidad en Navantia para hacer un submarino que cumpla con las especificaciones de la Armada”. Pero, entonces ¿de qué ‘primeras plazas’ y de qué exportaciones habla, a dónde, cuándo…? ¿Es que el SEDEF se hace el idiota o es que acaso piensa que los idiotas son quienes le escuchan…?
Porque, más a más, en las mismas declaraciones, Argüelles se inventó sobre la marcha que el gran escándalo del submarino español que no flota “es un problema común para Navantia y otros países de alto grado de sofisticación tecnológica, como EEUU, Reino Unido o Australia, con programas de submarinos que necesitan una rampa de aprendizaje muy prolongada y no tiene nada que ver con saber hacer fragatas o buques de patrullas marítimas”, afirmando que “todo el mercado sigue con atención que sea capaz de lograr un submarino competitivo” (todo un colmo de estupidez). Y con la importante salvedad de que, según concluyó invocando a Santa Rita de Casia -Patrona de los Imposibles-, “el techo de gasto del submarino no sufrirá variación, 2.135 millones de euros, tal y como estaba previsto en el año 2009”.
Todo ello rectificado de hecho poco después por el ministro Morenés de forma lapidaria: “El error cometido con los submarinos S-80 le va a costar mucho tiempo a España” (lo que evidentemente le importa tres pitos y el que venga detrás que arree). Pero, por si acaso, descargando culpas al mismo tiempo con un cinismo desbordante, porque la construcción del prototipo conlleva, según él, “unos fallos que no son algo absolutamente anormal, aunque sí sean un disgusto”. ¡Dios mío, pero en manos de que gente están las Fuerzas Armadas y la Defensa Nacional!
Uno de los mejores resúmenes sobre el escándalo del programa S-80, fue el publicado por El País (10/05/2011) en una opinión editorial llamando al Ministerio de Defensa y a Navantia a explicar públicamente la naturaleza del problema afecto, cómo se va a solucionar y quienes son los responsables del esperpento, titulada “Submarino disfuncional”. Éste es su contenido, todavía sin respuesta política:
Mal hay que diseñar un submarino para equivocarse en el peso en 75 toneladas (quizá el error sea de 100 toneladas, todavía no está claro); muy mal hay que desarrollar un proyecto para que ese exceso de peso condicione la flotabilidad de la nave, cuya gracia, como su propio nombre indica, está en que pueda sumergirse y emerger a voluntad y con rapidez. El S-80 diseñado por Navantia, llamado (ahora sabemos que con sorna) ‘Isaac Peral’, se parece mucho a aquel submarino disfuncional de Gila, que los marineros tuvieron que hundir para descubrir después que era un barco. La historia parece un episodio chusco de la polémica sobre la ciencia española que tanto preocupó a Menéndez Pelayo. Tras romper contratos con el grupo tecnológico francés DCN, Navantia, crecida en pundonor y trapío, se atrevió a construir su propio submarino, el citado S-80. A lo peor el Señor no nos ha llamado por el camino de la tecnología, a pesar de todas las invocaciones al I+D+i; el caso es que el S-80 es una nave obesa y con graves problemas en su propulsión hipermoderna.
Pepe Gotera y Otilio han rechazado hacer las chapuzas necesarias para rectificar el desaguisado. En estos momentos, el dilema es o se construye el submarino ‘made in Spain’ con 75 toneladas de sobrepeso y un sistema de propulsión del montón, de esos que obligan a emerger cada pocas horas, o se corrigen los diseños, se aplaza la entrega a la Marina y se pagan los costes del arreglo que encarecerán el presupuesto. Cabe una tercera solución, en el espíritu de Gila: que cuando haya de sumergirse se hunda a pedradas y que cuando toque emerger lo haga con flotadores de patito.
Los asuntos de dinero son muy serios. Algún alto cargo de Defensa y algún directivo de Navantia deberían estar explicando públicamente la naturaleza del problema, cómo se solucionará y quiénes son los responsables del esperpento submarino. Es clamar en el desierto, porque los Gobiernos -el proyecto S-80 tiene una larga vida- son reacios a explicar las cosas; pero hay que recordar que los éxitos y los fracasos tienen responsables. Dijo ufano el presidente Rajoy que “ya nadie duda de España”. Nadie, excepto los españoles y los que tengan que navegar en el S-80.
EL TREMENDO COSTE DE LA TORPE INFIDELIDAD ESPAÑOLA
La primera gran mentira sobre el escándalo del S-80, el submarino de Gila, es que el programa ‘Scorpène’, en el que está basado, sea un codesarrollo o desarrollo tecnológico conjunto hispano-francés. El submarino clase ‘Scorpène’ fue un diseño exclusivo de la DCN (División de Construcción Naval) de la Armada francesa, hoy convertida en DCNS (tras la fusión del astillero público DCN con la división naval del grupo privado Thales), como submarino tipo SSK de quinta generación (pre-nuclear) con una evolución tecnológica enorme sobre la clase ‘Agosta’, que a su vez había sustituido a la clase ‘Daphné’, ambas operadas también por la Armada Española (los S-70 y S-60).
La cuestión es que, una vez diseñado, Francia decidió no construir el SSK ‘Scorpène’ y pasar directamente al submarino SSN de propulsión nuclear, quedando aquel proyecto en standby, en reserva eventual para posibles exportaciones. Éstas se inician precisamente cuando España decide renovar su flota submarina de tradición francesa (los ‘Agosta’ S-70 que siguieron a los ‘Daphné’ S-60, que habían sido cofabricados -no codesarrollados- entre España y Francia), a cuyos efectos y en línea con el mismo sistema de participación industrial -no tecnológica- se concierta una producción inicial de 6 unidades necesaria para poner en marcha el programa: 2 unidades para la Armada de Chile y 4 para la Armada de España, siempre hablando, claro está, de submarinos ‘Scorpène’.
Este acuerdo hispano-francés abre entonces un prometedor mercado de exportación en el que las cargas de trabajo se repartirían entre la DCNS y Navantia con acciones comerciales simultáneas de ambos astilleros, es decir bajo etiqueta exportadora hispano-francesa. Y así se consiguen pedidos de Malasia (2 unidades), India (6 unidades) y Brasil (4 unidades), además de las 6 unidades de lanzamiento previstas para Chile y España: un éxito que supera rápidamente las 13 unidades que se alcanzaron con la clase ‘Agosta’ (4 Francia, 4 España y 5 Paquistán).
Pero en esta situación de brillante futuro, España decide volar por su cuenta transformando sus 4 ‘Scorpène’, que en sí mismo es un modelo con notable capacidad para adaptaciones y mejoras, en un submarino ‘inexistente’ que considera ‘propio’ y bautiza como S-80, dando por suya la base del proyecto y alterándolo como cree conveniente para que sea ‘mejor’ que el original ‘Scorpène’: con mejor sistema de combate (de la estadounidense Lockheed Martin en vez de europeo), con teórica mejor propulsión, con teórica mejor electrónica, más habitabilidad y confort… y toda la funcionalidad añadida e innecesaria que los almirantes de la Armada, más o menos apapachados con la industria norteamericana, van pidiendo sobre la marcha como quien escribe una carta a los generosos Reyes Magos de Oriente…
Para no alargar la historia, diremos que, tras la denuncia que interpuso el astillero francés DCNS contra Navantia en octubre de 2008 ante el Tribunal de Arbitraje de París por plagio, al considerar que para desarrollar el S-80 copió elementos del submarino ‘Scorpène’, cosa evidente, dos años más tarde, en noviembre de 2010, ambas compañías rompieron el consorcio que mantenían para la cofabricación del ‘Scorpène’, submarino que además podían comercializar en paralelo. La nota hecha pública al efecto señalaba que “se va a poner fin al proceso de arbitraje abierto y desde ahora en adelante los submarinos ‘Scorpène’ serán fabricados y comercializados por DCNS y de igual manera, los submarinos S-80 serán fabricados y comercializados por Navantia”.
Dicho de otra forma, cada uno a lo suyo; concluyendo torpemente y en el peor momento una colaboración hispano-francesa en el arma submarina de larga trayectoria (casi medio siglo), iniciada el 17 de noviembre de 1964, cuando en pleno franquismo y con una industria militar mundial reticente a relacionarse con España (sólo Francia accedió a la venta y cofabricación de armamento) la Junta de Defensa Nacional aprobó el programa de los submarinos S-60. Y así, concluida también su experiencia como cofabricante de los ‘Scorpène’ vendidos a Chile y Malasia (los de India y Brasil ni los olería), Navantia se quedaba colgada en su aventura submarina; con un know-how muy elemental, básicamente relativo a la estructura del buque, que es en lo que ha fallado el S-80, derivado de su participación inicial en dicho programa y sin poder participar en su halagüeño futuro.
La historia posterior, con un submarino S-80 netamente ‘español’ que no flota y desprestigiado a nivel mundial antes de nacer, demuestra que los listos de Navantia, queriendo quedarse con el magro del jamón, sólo se han quedado con el hueso y el tocino…
En el revelador reportaje de Gonzalo Suárez “El submarino con michelines. ¿Culpable?” (El Mundo, suplemento Crónica, 23/07/2013), fuentes internas de Navantia desvelaban las razones del desastre del S-80, confirmando que “se inventó sobre la marcha”:
(…) Lo cierto es que los ingenieros nunca supieron cuánto pesaría exactamente el submarino. La razón es simple: cuando arrancó la construcción, la mayoría de las piezas que se instalarían en su interior aún no existían. Los equipos se diseñaban sobre la marcha: sólo se manejaba una estimación de pesos que, se ha sabido ahora, pecó de optimista.
--¿Es habitual este método?
--Desgraciadamente, sí. Inventar lo que va dentro a la vez que lo construyes es suicida. Bastante prototipo es un submarino para meterle prototipos dentro -admite un ex director de astillero de Navantia-.
--¿Por qué se hizo así?
--Porque los submarinos que tenía la Armada se caían de viejos. Al Gobierno le entró prisa y puso dinero sobre la mesa. Los políticos trabajan a cuatro años. No ven más allá.
Tras años de titubeo, Federico Trillo, titular de Defensa, había autorizado el ansiado submarino. Sobre la mesa de su despacho aterrizaron dos alternativas. La primera construirlo a medias con Francia. La otra independizarse de los vecinos del norte para potenciar la I+D patria. “Se optó por la segunda opción, que yo defendía”, recuerda [el almirante] Tafalla.
Ya puestos, no se proyectó un submarino cualquiera. El S-80 sería el submarino más sofisticado del mundo. Eran tiempos de optimismo y Filgueira [entonces director del astillero] se comprometía públicamente a que se cumplieran todos los plazos previstos: “El futuro de Navantia en Cartagena es sólo hacer submarinos”, proclamaba orgulloso.
Pero los contratiempos no tardaron en aparecer. Sobre todo, en la pieza más innovadora: el sistema de propulsión independiente del aire (AIP). La empresa diseño un procesador a gran escala, pero falló al miniaturizarlo y el prototipo se quemó. Los errores fueron retrasando la fecha de entrega de la primera nave. De 2012 se pasó a 2013; luego, a 2015; y ahora, con el sobrepeso, hasta 2017… en el mejor de los casos.
Ha sido un golpe letal para Navantia. De aquí a 2020 se calcula que los ejércitos de todo el mundo encargarán unos 140 submarinos. La empresa española estimaba que se quedaría con el 10% del negocio. Había interesados en Australia, Noruega, India… Ahora, con la farsa del sobrepeso, empiezan a recular.
La internalización de la empresa fue la excusa de Navantia para silenciar su error. “Nos decían: No lo contéis, pensad en la empresa, ¿qué van a decir los australianos?”, explica Briones [presidente del comité de empresa]. “El astillero es como un ejército sin uniformes. Todos obedecen sin rechistar”…
‘YANKILANDIA’ Y LOS ALMIRANTES PALMEROS
Claro está que, junto a sus detractores, el programa del submarino S-80 ha tenido también sus defensores, la mayoría de ellos por sus connivencias con la industria de defensa estadounidense, que tiene especialmente obnubilada a la Armada Española, sin que, ahora, ninguno de ellos quiera afrontar las consecuencias del desastre. En esta web no negamos nunca opiniones que difieren de las nuestras o análisis que contradigan los propios, razón por la que no dudamos en rescatar un artículo del almirante Ángel Tafalla, ex segundo jefe del Estado Mayor de la Armada y responsable, según él, de definir los requisitos operativos del S-80 (cosa extraña porque jamás mandó un submarino), en el que aplaudía entusiasmado el fondo y la forma de dicho programa, titulado nada más y nada menos que “La emancipación de Navantia” (AteneaDigital.Es 15/11/2010):
El pasado viernes se ha hecho público el acuerdo entre la empresa francesa DCNS y Navantia por el que se pone fin al litigio que venían manteniendo acerca de la construcción de submarinos. Creo que este acuerdo es muy importante pudiéndose llegar a calificarse como de emancipación de la empresa española de un cierto tutelaje francés. Queda así Navantia liberada de ataduras en el campo de los submarinos, último aspecto que le quedaba para abarcar íntegramente todo el espectro de la construcción naval militar. Permanecerán, y así debe ser, otros importantes vínculos internacionales, muy significativamente con la norteamericana Lockheed Martin, pero esta relación aunque asimétrica, lo es en beneficio mutuo y no entraña ningún vasallaje.
La emancipación no ha sido fácil ni rápida. Hace 42 años -en 1968- comenzó la entonces EN Bazán a construir su primer submarino de diseño francés, el S-61 Delfín. Y así continuó intermitentemente durante nada menos que 18 años, entregándose hasta ocho submarinos a la Armada. A estos 18 años siguieron otros 18 de reflexiones y estudios -en el fondo dudas- en que la Armada no encargó ningún buque de este tipo, si bien es verdad que durante los últimos 6 años de este periodo, la empresa española fue socio de la francesa en el diseño y construcción de dos Scorpène para Chile y otros dos para Malasia. Este desierto de 18 años sin encargos de la Armada se acabó en Marzo del 2004 en que se dio la Orden de Ejecución de los cuatro S-80. ¿Qué había pasado para este plazo tan prolongado?
Pues muchas cosas, entre las que destacaría dos. A partir de la caída del Muro de Berlín, en 1990 los submarinos soviéticos dejaron de operar súbitamente y surgieron grandes dudas en todas las marinas europeas acerca del futuro de los submarinos convencionales propios, claramente especializados en lo antisubmarino. El segundo factor que nos influyó -ciertamente lo hizo en el seno de la Armada- tiene que ver con la comunidad de submarinistas. Quien no haya tratado con ellos no se puede imaginar lo entusiastas y profesionales que son, pero desgraciadamente también son inflexibles. Se aferraban a una concepción clásica de sus buques y de sus misiones que a muchos nos parecía superada. Y claro, el proyecto no prosperaba pese a tanto esfuerzo y dedicación: se habían quedado "antiguos".
Pero a finales del 2001 se dio un fuerte cambio a los Requisitos Operativos (NSR) del S-80, añadiendo a las misiones tradicionales del submarino, las de interacción con tierra en los campos de vigilancia, inteligencia y proyección de armamento y fuerzas especiales. Y encima se añadió el requisito de una propulsión anaerobia (AIP). Ninguno de los aspectos anteriores era especialmente apreciado por la comunidad submarinista del 2001, aunque comprendieron y aceptaron que solo así tendrían submarinos, lo que pudieron comprobar a partir del 2004 en el que se abrió un periodo -en el que estamos actualmente- de al menos 13 años diseñando y construyendo submarinos.
Volvamos ahora al origen, al litigio franco-español. Resumiéndolo al máximo podríamos decir que la DCNS acusaba a Navantia de deslealtad, de ser el S-80 un plagio del Scorpène, habiendo presentado una denuncia ante el Tribunal de Arbitraje de París a la vez que usaba sus muy superiores medios de manipulación de la prensa especializada difundiendo esta versión.
Por su parte, Navantia -socio al 50% en el diseño y construcción del Scorpène- se quejaba de la política de marketing francesa que ignoraba esto completamente, tanto en imagen como en la negociación de los contratos. En una palabra, acusaba a la DCNS de arrogancia.
No quisiera yo tener que emitir veredicto, pues es evidente que la Bazán, luego Izar y Navantia, algo había aprendido de los franceses en los avatares y prolongados plazos que he descrito anteriormente. Pero lo que más dolió a los franceses, hasta llegar a hacer inviable la sociedad, fue la selección, como socio tecnológico para el sistema de combate, de la norteamericana Lockheed Martin debido al mencionado cambio de requisitos del S-80. Todo esto desembocó en no poder utilizar prácticamente a proveedores franceses. El padrino arrogante y un discípulo ambicioso habían hecho inevitable la emancipación que ahora se confirma, permitiendo a cada empresa perseguir a sus clientes independientemente, Navantia con el S-80 y la DCNS con el Scorpène.
A falta de conocer los detalles del acuerdo, secretos comerciales para ambos, creo que puede ser un buen acuerdo especialmente para Navantia, pues el Scorpène es un buen barco, uno de los mejores y quizá el último de los submarinos tradicionales, pero el S-80 es el primer -y brillante- ejemplo de una nueva generación. El Scorpène y el S-80 son magníficos buques del pasado y el futuro -respectivamente- de lo que representa el arma submarina.
La DCNS tiene una debilidad estructural pues construye submarinos convencionales que su Marina no opera. En esto, que tiene especial repercusión negativa en el adiestramiento de sus futuros clientes, es única en el mundo.
Sé que habrá que esforzarse mucho y que hará falta suerte, pero si todo va bien, a Navantia solo le pueden inquietar los alemanes, el HDW. Pero con toda su calidad y prestigio, sus submarinos también están orientados excesivamente hacia atrás, hacia lo antisubmarino defensivo.
Todo este futuro potencialmente brillante para Navantia -lo cual es siempre una buena noticia para la Armada- podría ser muy ayudado por una decisión gubernamental: que se capacitase a los S-80 para operar con misiles UGM-109 Tomahawk. Si esto sucediera, hasta los más escépticos comprenderían que el S-80 es el primero de una nueva era de submarinos convencionales. O quizá no tan convencionales.
Ahí quedó eso. Pero, aunque el almirante Tafalla se lo merezca, nosotros no vamos a aclarar los errores de bulto que contiene su artículo (el autor no tiene ni idea de lo que es el arma submarina), a confrontar las capacidades industriales y tecnológicas de Navantia con las de la DCNS, ni a discutir las ventajas y desventajas de los S-80 y los ‘Scorpène’, porque sería cosa de risa. Ni tampoco vamos a desvelar las razones empresariales y el objeto propagandista de tanta subjetividad informativa, porque siendo público y notorio que su autor estuvo destinado más de siete años en Estados Unidos, al igual que su experiencia como almirante de la División de Logística del Mando Supremo OTAN del Atlántico Norte (en Norfolk) y su vinculación con el Grupo Atenea (pura ‘Yankilandia’), la cosa va de ‘blanco y en botella’.
El Ministerio de Defensa y Navantia, junto con palmeros de ocasión como el almirante Tafalla, se pueden enredar todo lo que quieran con el submarino español S-80, pero sin dejar en precario la defensa nacional ni dilapidar sin ton ni son el dinero de los contribuyentes, que es lo que han hecho. Escándalo estrepitoso por el que, además de tenerse que depurar responsabilidades políticas (esperemos que algún partido político insista en ello y que al menos se solicite una comisión de investigación parlamentaria al respecto), la ciudadanía debería interponer acciones legales ante los tribunales de justicia. Ese es el reto y la única vía para combatir el derroche público y la corrupción política.
Nota Bene: Conociendo la soberbia de la clase política española, es evidente que no se hará, pero el Gobierno acertaría al abandonar el utópico ‘submarino propio’, restaurar la relación entre Navantia y la DCNS y recuperar el ‘Scorpène’, un gran SSK de última generación pre-nuclear, en la versión más avanzada pero práctica que convenga a los almirantes, como dotación de la Armada Española y elemento reactivador de la industria naval militar.
Domingo 01 de Septiembre de 2013 17:36
El programa del submarino español S-80, acometido por el Ministerio de Defensa y el astillero público Navantia para renovar los sistemas de armas de la Armada y planteado como la operación estrella de la industria naval militar, ha devenido en un estruendoso fiasco en todos los órdenes (político, económico, tecnológico, de imagen…), con gravísimas consecuencias para la defensa nacional. A pesar de ello, sigue impune desde que se detectó hace casi un año (públicamente se conoció en la pasada primavera), sin que se vislumbre intención gubernamental alguna de tomárselo realmente en serio y depurar las responsabilidades correspondientes.
El pasado 12 de mayo dábamos noticia puntual del caso en esta misma web (El desastre de los S-80 de Navantia: les sobran al menos 75 toneladas por errores de cálculo), confirmando que al primer submarino de la nueva serie S-80 encargada por la Armada Española al astillero Navantia, el ‘Isaac Peral’ (S-81) le sobran entre 75 y 100 toneladas, estando construido ya al 68% y con problemas de concepto y de diseño de difícil y costosa superación. Una situación intolerable, porque el control de pesos responde a los principios básicos de la construcción naval y en este caso ha comprometido la llamada ‘reserva de flotabilidad’, que permite a los submarinos sumergirse, emerger y navegar, mediante el llenado y vaciado de tanques, a pesar de su notable desplazamiento (2.200 toneladas en superficie y 2.430 en inmersión).
En otras palabras, el primer submarino de diseño español, lanzado a bombo y platillo mundial como el ‘no va más’ de nuestra industria naval, como el submarino convencional más avanzado del planeta, un ingenio que llevaría al astillero de Cartagena a alcanzar cifras de exportación jamás pensadas, hace aguas por los cuatro costados. Baja pero no sube, recordando así uno de los geniales monólogos de Gila sobre la guerra: “El submarino que nos mandaron el martes, de color, divino, pero no flota…”.
LAS GRAVES CONSECUENCIAS DE LA INCOMPETENCIA PÚBLICA
Ocultando el problema de forma ciertamente desleal desde el verano de 2012, y tirando en consecuencia por la borda toda la construcción inservible continuada desde entonces, en la primavera de 2013 Navantia ya no podía ocultar más la existencia de “desviaciones relacionadas con el balance de pesos”, que terminaron siendo filtradas por el diario La Verdad, estimando que la evaluación del problema y su corrección supondrán un retraso adicional de hasta 24 meses en la fecha de entrega del buque (y puede ser mayor, si es que el programa no termina durmiendo el sueño de los justos). Es decir, que el ‘Isaac Peral’ (S-81) no estará en ningún caso operativo en la Armada en marzo de 2015, que era la última fecha prevista, sino a partir de 2017, y ello sin contar con la fuerte desviación presupuestaria que va a comportar, aunque el Ministerio de Defensa sostenga el imposible de que no se va a comprometer la previsión de gasto del programa…
El ministerio de Defensa afirmó entonces que “se está estudiando el alcance del problema para determinar su impacto en términos de tiempo y dinero”, y alega con una simpleza intolerable que “se barajan distintas alternativas”. Si se mantiene la utopía de construir un submarino español convencional con visos de poder competir en el mercado internacional (por ejemplo, con los franceses y los alemanes), la solución pasa teóricamente por alargar el casco, prolongar sus 71 metros de eslora y revisar en cadena todo el desarrollo del buque. Es decir, no se trata de adelgazar el submarino (lo que supondría volver a la versión desechada del ‘Scorpène’), sino de crecer para reequilibrar el peso, lo que en definitiva supone cambiar el proyecto sustancialmente, sin garantías de acierto ni de mantener los requisitos exigidos por la Armada y, por supuesto, disparando su coste.
El problema del exceso de tonelaje -consecuencia de errores de cálculo elemental en los trabajos de ingeniería- supondrá no solo un retraso en la construcción, sino también un sobreprecio, que de momento nadie se atreve a evaluar pero que fácilmente rondará los 1.000 millones de euros adicionales. El programa S-80, que para cuatro sumergibles tenía asignado un presupuesto inicial de unos 2.200 millones de euros, y que ya es uno de los más costosos de las Fuerzas Armadas y el más importante de todos los encargados a la industria nacional, se convertiría de esta forma en un estruendoso desastre económico, sin precedentes en la vergonzosa historia de nuestros equipamientos militares, caracterizada por no comprar lo necesario y comprar lo innecesario.
Pero el submarino español que no flota, algo inconcebible y que en sí mismo ya supone un escándalo de marca mayor, conlleva problemas aún más graves que el de evidenciar la incompetencia de Navantia y el despilfarro propiciado por el Ministerio de Defensa. Con responsabilidades compartidas tanto por los gobiernos del PP como del PSOE, razón por la que el tema no ha tenido todavía el tratamiento adecuado en el Parlamento.
LA FLOTA DE LA ARMADA, SIN PROTECCIÓN SUBMARINA
El primero de ellos es la indefensión de la Armada Española, cuyos buques a flote (de proyección oceánica y por tanto con necesidades de protección integral muy notables) se verán afectados por una precaria escolta submarina y por la imposibilidad real de abordar determinadas operaciones y estrategias de guerra naval, ofensiva o defensiva. La serie de submarinos S-70, clase ‘Agosta’, formada por cuatro unidades (‘Galerna’, ‘Siroco’, ‘Mistral’ y ‘Tramontana’), con entrada al servicio de la Armada entre 1983 y 1986, tiene agotada su utilidad operativa desde hace tiempo, estimada en no más de 25 años para el actual nivel tecnológico del combate (Francia, sin ir más lejos, retiró el ‘Ouessant’ S623, que fue su último submarino de la clase ‘Agosta’, en 2001).
De hecho, el ‘Siroco’ S-72 ya fue dado de baja en la Lista Oficial de Buques Armada (LOBA) en junio de 2012, mientras el más antiguo ‘Galerna’ S-71, entregado en enero de 1983, se intentaba mantener como una pieza de museo hasta recibir el ‘Isaac Peral’ S-81. Además, el ‘Tramontana’ S-74 ha quedado indisponible este mismo verano a la espera de que se le pueda realizar una ‘gran carena’, extraordinaria, para alargar su cuestionable vida operativa hasta el 2016 (nada menos que 30 años), cuyo coste se estima en unos 30 millones de euros y que hasta ahora no se han contemplado en presupuesto alguno de Defensa.
Con todo, tras la baja del 'Siroco', en poco más de una década la Armada ha pasado de tener ocho submarinos, con al menos seis operativos, a disponer sólo de tres (la serie ‘Daphné’ precedente de cuatro submarinos S-60 fue dada de baja entre 2003 y 2006). Y de esos tres S-70, solo hay disponibles dos para misiones nacionales y compromisos internacionales: el ‘Mistral’ (S-73) y el ‘Tramontana’ (S-74) inmovilizado y con una gran carena pendiente (el 'Galerna' se botó en 1981 y es más antiguo que el ‘Siroco’, ya dado de baja, con lo que su operación práctica no deja de ser temeraria, además de que en ningún caso podrá esperar ya a ser relevado por el ‘Isaac Peral’ S-81).
En estas condiciones, los planes de la Armada centrados en la renovación in extremis de su flota con cuatro nuevos submarinos de la clase S-80 entre los años 2013 y 2019, se han evaporado. Y la situación es tan dramática que, en el caso de no poderse acometer la gran carena del ‘Tramontana’, en 2016 la Armada española contará con un único submarino, el ‘Mistral’ S-73, tercero de la clase ‘Agosta’, entregado a la Armada en 1985 y parcheado con piezas canibalizadas del ‘Siroco’ S-73.
Si con dos unidades la flotilla de submarinos ya sería exigua (además de funcionalmente obsoleta y sobre todo de tecnología muy desfasada), pensar en uno solo resulta inimaginable, ridículo y hasta una broma de mal gusto. De hecho, eso supondría tener que arriesgar la flota (sobre todo el buque insignia ‘Juan Carlos I’ L-61) en una situación de guerra naval estándar, dado que sería tremendamente vulnerable ante el ataque de submarinos convencionales de países con mucho menor peso militar que España: un escenario realmente catastrófico que Defensa y la Armada ocultan de forma vergonzosa a la opinión pública y al propio Parlamento.
Paréntesis: Para tener una idea clara de la obsolescencia de la actual flotilla de submarinos, todos entregados a la Armada entre 1983 y 1986, baste recordar que el Portaaviones ‘Príncipe de Asturias’ R-11, asignado años después (en mayo de 1988), ya fue dado de baja en febrero de 2013 y enviado a desguace tras 25 años escasos de servicio.
NAVANTIA LLEVA LA INDUSTRIA NAVAL MILITAR A PIQUE
El segundo problema sustancial, es el del desprestigio mundial que acarrea el fracaso del submarino español S-80 para la ya quemada industria naval militar (léase Navantia), que de paso arrastra al conjunto de los astilleros privados ‘contaminados’ en su propia acción comercial por la mala imagen de la empresa española de referencia. Una situación apuntillada por la creciente competitividad de otras industrias navales emergentes (China, Corea del Sur…), por la brecha tecnológica (gap) que nos separa de las constructoras y empresas de ingeniería naval occidentales más avanzadas y por la incapacidad política de España para afrontar con inteligencia la reconversión del sector mediante asociaciones estables y consorcios de codesarrollo y coproducción similares a los ya acometidos con notable éxito en el sector aeroespacial, cuyo paradigma sería EADS.
Alcanzado el cenit de la mala reputación internacional de Navantia, ganada a pulso y encubierta con una propaganda grandilocuente y con los pedidos obligados de la Armada Española, que por otra parte ha venido supeditando la racionalidad de sus adquisiciones y la satisfacción de las necesidades reales de la defensa nacional en tiempos y medios adecuados a los intereses laborales y comerciales de la empresa constructora, a la industria naval militar española sólo le queda huir hacia la integración en una suerte de consorcio internacional. Aunque sólo sea para poder seguir construyendo plataformas, dado que su tecnología y capacidad de diseño y de integración de sistemas de combate es nula y cada vez más y más distanciada de la actual realidad del mercado.
Claro está que soluciones de ese tipo tendrían que pasar primero por el saneamiento total de la incompetente dirección de Navantia, la política y la técnica, y por ponerla en manos de auténticos empresarios y profesionales privados (no paniaguados afines a los partidos políticos), si es que todavía se estuviera a tiempo. De momento, esa es la triste realidad de Navantia, digan lo que digan las partes interesadas.
Pruebas de la incapacidad y de los experimentos fracasados de Navantia se tienen todos los días, porque el problema del sobrepeso no es el primer escollo con el que tropieza el submarino español S-80, ni tampoco el más complejo. Su característica más novedosa es que iría equipado con un sistema de Propulsión Independiente del Aire (AIP), lo que le permitiría permanecer sumergido a profundidad táctica más de tres semanas (plazo ya alcanzado por los ‘Scorpène’) en vez de tener que emerger cada cuatro o cinco días, como les sucede a los sumergibles convencionales de la generación anterior, lo que supone una gran ventaja operacional y estratégica, notable y más próxima en ese sentido a la de los submarinos de propulsión nuclear.
Hay varios sistemas AIP operativos y de eficacia contrastada una vez superadas las dificultades de su desarrollo, como los suecos y alemanes, o el propio sistema anaeróbico francés MESMA (Módulo de Energía Submarina Autónoma) AM-2000, opcional al CM-2000 en los submarinos de la clase ‘Scorpène’. Pero los sabios ineptos de Navantia optaron de nuevo por una inexistente ‘solución española’, un ‘invento’ que, además de innecesario porque ya está inventado, hoy en día es inviable para España (es decir, un desarrollo nacional o autárquico tan absurdo como inalcanzable).
Por indicación de otros sabios de la Armada metidos en camisas de once varas, Navantia contrató con la empresa Hynergreen Technologies S.A. (una filial del Grupo Abengoa) la fabricación del procesador de bioetanol, que produce nitrógeno a partir de dicho combustible, basado en un pila (fuel cell) similar a la del sistema AIP que equipa los submarinos alemanes Tipo 212 y 214. La empresa diseñó un procesador a gran escala, pero falló en su miniaturizado y el prototipo se autodestruyó, llevando a Navantia a negociar con Técnicas Reunidas la fabricación urgente del procesador de bioetanol de los primeros submarinos, aunque no se sabe si operando o no una pila de combustible de 300 kW de salida fabricada por la empresa estadounidense UTC Power…
Ahora, el retraso provocado por el exceso de peso de los submarinos S-80 dará más tiempo para resolver el problema del AIP, aunque considerando la precariedad submarina de la Armada no se descarta una nueva chapuza consistente en que el primero de ellos, el ‘Isaac Peral’ S-81, se construya sin incorporar todavía el nuevo sistema de propulsión. Menudo negocio y menuda imagen: un submarino súper indiscreto (emergiendo cada dos por tres) con sobrepeso, sobrecoste y sobre-incapaces al mando del proyecto.
Aún más, a estas alturas de su lamentable aventura submarina, Navantia no tiene más remedio que recurrir al “asesoramiento técnico de un socio tecnológico” extranjero para resolver el problema sustancial del sobrepeso. Lo más probable es que ya lo esté haciendo la General Electric Boat, una filial de la estadounidense General Dynamics que evaluó el proyecto original -desde luego erróneamente- y que ahora cobraría otros 14 millones de euros complementarios por intentar sacar la pata del orinal donde la han metido de consuno los avispados del Ministerio de Defensa, de Navantia y también de la Armada.
Total, que Navantia se ha terminado de cargar la ya bochornosa imagen de la industria naval militar de España en todo el mundo, desde Australia hasta Chile, pasando por Venezuela, que ya es decir, a pesar del tono siempre triunfalista de sus notas de prensa. Su inexistente cartera de pedidos, al margen de la chapucera relación que desde siempre mantiene con la Armada Española, encantada en pasear almirantes al mando de buques que no sirven para lo que tienen que servir, sólo porque representan carga de trabajo para Navantia, es buena prueba de ello.
Paréntesis: Un pedido bien expresivo de la mala situación de Navantia, es la decisión tomada por Chile para dotarse con dos buques LSD de Asalto y Portahelicópteros franceses de la clase ‘Foudre’, el propio ‘Foudre’ L9011 comisionado en 1990 y que sustituirá al LST ‘Valdivia’ (clase ‘Newport’) y, a continuación, el ‘Siroco’ L9012 comisionado en 1998. Un acuerdo a favor de la relación franco-chilena que se suscribe tras la experiencia de la Armada de Chile con la adquisición de sus dos submarinos de la clase ‘Scorpène’, el ‘General O’Higgins’ SS-23 y el ‘General Carrera’ SS-22, cofabricados por la española Navantia y la francesa DCNS.
Lo curioso del caso es que el desvergonzado secretario de Estado de Defensa, Pedro Argüelles, se haya atrevido a soltar otra chuscada propia de Gila sobre el tema en declaraciones al diario El Economista, considerando que a pesar de lo sucedido todavía se está “a tiempo para capturar una parte del mercado de submarinos de la próxima generación y el S-80 sigue situado en las primeras plazas”. Y ello advirtiendo al mismo tiempo de forma contradictoria que “primero hay que acreditar que tenemos capacidad en Navantia para hacer un submarino que cumpla con las especificaciones de la Armada”. Pero, entonces ¿de qué ‘primeras plazas’ y de qué exportaciones habla, a dónde, cuándo…? ¿Es que el SEDEF se hace el idiota o es que acaso piensa que los idiotas son quienes le escuchan…?
Porque, más a más, en las mismas declaraciones, Argüelles se inventó sobre la marcha que el gran escándalo del submarino español que no flota “es un problema común para Navantia y otros países de alto grado de sofisticación tecnológica, como EEUU, Reino Unido o Australia, con programas de submarinos que necesitan una rampa de aprendizaje muy prolongada y no tiene nada que ver con saber hacer fragatas o buques de patrullas marítimas”, afirmando que “todo el mercado sigue con atención que sea capaz de lograr un submarino competitivo” (todo un colmo de estupidez). Y con la importante salvedad de que, según concluyó invocando a Santa Rita de Casia -Patrona de los Imposibles-, “el techo de gasto del submarino no sufrirá variación, 2.135 millones de euros, tal y como estaba previsto en el año 2009”.
Todo ello rectificado de hecho poco después por el ministro Morenés de forma lapidaria: “El error cometido con los submarinos S-80 le va a costar mucho tiempo a España” (lo que evidentemente le importa tres pitos y el que venga detrás que arree). Pero, por si acaso, descargando culpas al mismo tiempo con un cinismo desbordante, porque la construcción del prototipo conlleva, según él, “unos fallos que no son algo absolutamente anormal, aunque sí sean un disgusto”. ¡Dios mío, pero en manos de que gente están las Fuerzas Armadas y la Defensa Nacional!
Uno de los mejores resúmenes sobre el escándalo del programa S-80, fue el publicado por El País (10/05/2011) en una opinión editorial llamando al Ministerio de Defensa y a Navantia a explicar públicamente la naturaleza del problema afecto, cómo se va a solucionar y quienes son los responsables del esperpento, titulada “Submarino disfuncional”. Éste es su contenido, todavía sin respuesta política:
Mal hay que diseñar un submarino para equivocarse en el peso en 75 toneladas (quizá el error sea de 100 toneladas, todavía no está claro); muy mal hay que desarrollar un proyecto para que ese exceso de peso condicione la flotabilidad de la nave, cuya gracia, como su propio nombre indica, está en que pueda sumergirse y emerger a voluntad y con rapidez. El S-80 diseñado por Navantia, llamado (ahora sabemos que con sorna) ‘Isaac Peral’, se parece mucho a aquel submarino disfuncional de Gila, que los marineros tuvieron que hundir para descubrir después que era un barco. La historia parece un episodio chusco de la polémica sobre la ciencia española que tanto preocupó a Menéndez Pelayo. Tras romper contratos con el grupo tecnológico francés DCN, Navantia, crecida en pundonor y trapío, se atrevió a construir su propio submarino, el citado S-80. A lo peor el Señor no nos ha llamado por el camino de la tecnología, a pesar de todas las invocaciones al I+D+i; el caso es que el S-80 es una nave obesa y con graves problemas en su propulsión hipermoderna.
Pepe Gotera y Otilio han rechazado hacer las chapuzas necesarias para rectificar el desaguisado. En estos momentos, el dilema es o se construye el submarino ‘made in Spain’ con 75 toneladas de sobrepeso y un sistema de propulsión del montón, de esos que obligan a emerger cada pocas horas, o se corrigen los diseños, se aplaza la entrega a la Marina y se pagan los costes del arreglo que encarecerán el presupuesto. Cabe una tercera solución, en el espíritu de Gila: que cuando haya de sumergirse se hunda a pedradas y que cuando toque emerger lo haga con flotadores de patito.
Los asuntos de dinero son muy serios. Algún alto cargo de Defensa y algún directivo de Navantia deberían estar explicando públicamente la naturaleza del problema, cómo se solucionará y quiénes son los responsables del esperpento submarino. Es clamar en el desierto, porque los Gobiernos -el proyecto S-80 tiene una larga vida- son reacios a explicar las cosas; pero hay que recordar que los éxitos y los fracasos tienen responsables. Dijo ufano el presidente Rajoy que “ya nadie duda de España”. Nadie, excepto los españoles y los que tengan que navegar en el S-80.
EL TREMENDO COSTE DE LA TORPE INFIDELIDAD ESPAÑOLA
La primera gran mentira sobre el escándalo del S-80, el submarino de Gila, es que el programa ‘Scorpène’, en el que está basado, sea un codesarrollo o desarrollo tecnológico conjunto hispano-francés. El submarino clase ‘Scorpène’ fue un diseño exclusivo de la DCN (División de Construcción Naval) de la Armada francesa, hoy convertida en DCNS (tras la fusión del astillero público DCN con la división naval del grupo privado Thales), como submarino tipo SSK de quinta generación (pre-nuclear) con una evolución tecnológica enorme sobre la clase ‘Agosta’, que a su vez había sustituido a la clase ‘Daphné’, ambas operadas también por la Armada Española (los S-70 y S-60).
La cuestión es que, una vez diseñado, Francia decidió no construir el SSK ‘Scorpène’ y pasar directamente al submarino SSN de propulsión nuclear, quedando aquel proyecto en standby, en reserva eventual para posibles exportaciones. Éstas se inician precisamente cuando España decide renovar su flota submarina de tradición francesa (los ‘Agosta’ S-70 que siguieron a los ‘Daphné’ S-60, que habían sido cofabricados -no codesarrollados- entre España y Francia), a cuyos efectos y en línea con el mismo sistema de participación industrial -no tecnológica- se concierta una producción inicial de 6 unidades necesaria para poner en marcha el programa: 2 unidades para la Armada de Chile y 4 para la Armada de España, siempre hablando, claro está, de submarinos ‘Scorpène’.
Este acuerdo hispano-francés abre entonces un prometedor mercado de exportación en el que las cargas de trabajo se repartirían entre la DCNS y Navantia con acciones comerciales simultáneas de ambos astilleros, es decir bajo etiqueta exportadora hispano-francesa. Y así se consiguen pedidos de Malasia (2 unidades), India (6 unidades) y Brasil (4 unidades), además de las 6 unidades de lanzamiento previstas para Chile y España: un éxito que supera rápidamente las 13 unidades que se alcanzaron con la clase ‘Agosta’ (4 Francia, 4 España y 5 Paquistán).
Pero en esta situación de brillante futuro, España decide volar por su cuenta transformando sus 4 ‘Scorpène’, que en sí mismo es un modelo con notable capacidad para adaptaciones y mejoras, en un submarino ‘inexistente’ que considera ‘propio’ y bautiza como S-80, dando por suya la base del proyecto y alterándolo como cree conveniente para que sea ‘mejor’ que el original ‘Scorpène’: con mejor sistema de combate (de la estadounidense Lockheed Martin en vez de europeo), con teórica mejor propulsión, con teórica mejor electrónica, más habitabilidad y confort… y toda la funcionalidad añadida e innecesaria que los almirantes de la Armada, más o menos apapachados con la industria norteamericana, van pidiendo sobre la marcha como quien escribe una carta a los generosos Reyes Magos de Oriente…
Para no alargar la historia, diremos que, tras la denuncia que interpuso el astillero francés DCNS contra Navantia en octubre de 2008 ante el Tribunal de Arbitraje de París por plagio, al considerar que para desarrollar el S-80 copió elementos del submarino ‘Scorpène’, cosa evidente, dos años más tarde, en noviembre de 2010, ambas compañías rompieron el consorcio que mantenían para la cofabricación del ‘Scorpène’, submarino que además podían comercializar en paralelo. La nota hecha pública al efecto señalaba que “se va a poner fin al proceso de arbitraje abierto y desde ahora en adelante los submarinos ‘Scorpène’ serán fabricados y comercializados por DCNS y de igual manera, los submarinos S-80 serán fabricados y comercializados por Navantia”.
Dicho de otra forma, cada uno a lo suyo; concluyendo torpemente y en el peor momento una colaboración hispano-francesa en el arma submarina de larga trayectoria (casi medio siglo), iniciada el 17 de noviembre de 1964, cuando en pleno franquismo y con una industria militar mundial reticente a relacionarse con España (sólo Francia accedió a la venta y cofabricación de armamento) la Junta de Defensa Nacional aprobó el programa de los submarinos S-60. Y así, concluida también su experiencia como cofabricante de los ‘Scorpène’ vendidos a Chile y Malasia (los de India y Brasil ni los olería), Navantia se quedaba colgada en su aventura submarina; con un know-how muy elemental, básicamente relativo a la estructura del buque, que es en lo que ha fallado el S-80, derivado de su participación inicial en dicho programa y sin poder participar en su halagüeño futuro.
La historia posterior, con un submarino S-80 netamente ‘español’ que no flota y desprestigiado a nivel mundial antes de nacer, demuestra que los listos de Navantia, queriendo quedarse con el magro del jamón, sólo se han quedado con el hueso y el tocino…
En el revelador reportaje de Gonzalo Suárez “El submarino con michelines. ¿Culpable?” (El Mundo, suplemento Crónica, 23/07/2013), fuentes internas de Navantia desvelaban las razones del desastre del S-80, confirmando que “se inventó sobre la marcha”:
(…) Lo cierto es que los ingenieros nunca supieron cuánto pesaría exactamente el submarino. La razón es simple: cuando arrancó la construcción, la mayoría de las piezas que se instalarían en su interior aún no existían. Los equipos se diseñaban sobre la marcha: sólo se manejaba una estimación de pesos que, se ha sabido ahora, pecó de optimista.
--¿Es habitual este método?
--Desgraciadamente, sí. Inventar lo que va dentro a la vez que lo construyes es suicida. Bastante prototipo es un submarino para meterle prototipos dentro -admite un ex director de astillero de Navantia-.
--¿Por qué se hizo así?
--Porque los submarinos que tenía la Armada se caían de viejos. Al Gobierno le entró prisa y puso dinero sobre la mesa. Los políticos trabajan a cuatro años. No ven más allá.
Tras años de titubeo, Federico Trillo, titular de Defensa, había autorizado el ansiado submarino. Sobre la mesa de su despacho aterrizaron dos alternativas. La primera construirlo a medias con Francia. La otra independizarse de los vecinos del norte para potenciar la I+D patria. “Se optó por la segunda opción, que yo defendía”, recuerda [el almirante] Tafalla.
Ya puestos, no se proyectó un submarino cualquiera. El S-80 sería el submarino más sofisticado del mundo. Eran tiempos de optimismo y Filgueira [entonces director del astillero] se comprometía públicamente a que se cumplieran todos los plazos previstos: “El futuro de Navantia en Cartagena es sólo hacer submarinos”, proclamaba orgulloso.
Pero los contratiempos no tardaron en aparecer. Sobre todo, en la pieza más innovadora: el sistema de propulsión independiente del aire (AIP). La empresa diseño un procesador a gran escala, pero falló al miniaturizarlo y el prototipo se quemó. Los errores fueron retrasando la fecha de entrega de la primera nave. De 2012 se pasó a 2013; luego, a 2015; y ahora, con el sobrepeso, hasta 2017… en el mejor de los casos.
Ha sido un golpe letal para Navantia. De aquí a 2020 se calcula que los ejércitos de todo el mundo encargarán unos 140 submarinos. La empresa española estimaba que se quedaría con el 10% del negocio. Había interesados en Australia, Noruega, India… Ahora, con la farsa del sobrepeso, empiezan a recular.
La internalización de la empresa fue la excusa de Navantia para silenciar su error. “Nos decían: No lo contéis, pensad en la empresa, ¿qué van a decir los australianos?”, explica Briones [presidente del comité de empresa]. “El astillero es como un ejército sin uniformes. Todos obedecen sin rechistar”…
‘YANKILANDIA’ Y LOS ALMIRANTES PALMEROS
Claro está que, junto a sus detractores, el programa del submarino S-80 ha tenido también sus defensores, la mayoría de ellos por sus connivencias con la industria de defensa estadounidense, que tiene especialmente obnubilada a la Armada Española, sin que, ahora, ninguno de ellos quiera afrontar las consecuencias del desastre. En esta web no negamos nunca opiniones que difieren de las nuestras o análisis que contradigan los propios, razón por la que no dudamos en rescatar un artículo del almirante Ángel Tafalla, ex segundo jefe del Estado Mayor de la Armada y responsable, según él, de definir los requisitos operativos del S-80 (cosa extraña porque jamás mandó un submarino), en el que aplaudía entusiasmado el fondo y la forma de dicho programa, titulado nada más y nada menos que “La emancipación de Navantia” (AteneaDigital.Es 15/11/2010):
El pasado viernes se ha hecho público el acuerdo entre la empresa francesa DCNS y Navantia por el que se pone fin al litigio que venían manteniendo acerca de la construcción de submarinos. Creo que este acuerdo es muy importante pudiéndose llegar a calificarse como de emancipación de la empresa española de un cierto tutelaje francés. Queda así Navantia liberada de ataduras en el campo de los submarinos, último aspecto que le quedaba para abarcar íntegramente todo el espectro de la construcción naval militar. Permanecerán, y así debe ser, otros importantes vínculos internacionales, muy significativamente con la norteamericana Lockheed Martin, pero esta relación aunque asimétrica, lo es en beneficio mutuo y no entraña ningún vasallaje.
La emancipación no ha sido fácil ni rápida. Hace 42 años -en 1968- comenzó la entonces EN Bazán a construir su primer submarino de diseño francés, el S-61 Delfín. Y así continuó intermitentemente durante nada menos que 18 años, entregándose hasta ocho submarinos a la Armada. A estos 18 años siguieron otros 18 de reflexiones y estudios -en el fondo dudas- en que la Armada no encargó ningún buque de este tipo, si bien es verdad que durante los últimos 6 años de este periodo, la empresa española fue socio de la francesa en el diseño y construcción de dos Scorpène para Chile y otros dos para Malasia. Este desierto de 18 años sin encargos de la Armada se acabó en Marzo del 2004 en que se dio la Orden de Ejecución de los cuatro S-80. ¿Qué había pasado para este plazo tan prolongado?
Pues muchas cosas, entre las que destacaría dos. A partir de la caída del Muro de Berlín, en 1990 los submarinos soviéticos dejaron de operar súbitamente y surgieron grandes dudas en todas las marinas europeas acerca del futuro de los submarinos convencionales propios, claramente especializados en lo antisubmarino. El segundo factor que nos influyó -ciertamente lo hizo en el seno de la Armada- tiene que ver con la comunidad de submarinistas. Quien no haya tratado con ellos no se puede imaginar lo entusiastas y profesionales que son, pero desgraciadamente también son inflexibles. Se aferraban a una concepción clásica de sus buques y de sus misiones que a muchos nos parecía superada. Y claro, el proyecto no prosperaba pese a tanto esfuerzo y dedicación: se habían quedado "antiguos".
Pero a finales del 2001 se dio un fuerte cambio a los Requisitos Operativos (NSR) del S-80, añadiendo a las misiones tradicionales del submarino, las de interacción con tierra en los campos de vigilancia, inteligencia y proyección de armamento y fuerzas especiales. Y encima se añadió el requisito de una propulsión anaerobia (AIP). Ninguno de los aspectos anteriores era especialmente apreciado por la comunidad submarinista del 2001, aunque comprendieron y aceptaron que solo así tendrían submarinos, lo que pudieron comprobar a partir del 2004 en el que se abrió un periodo -en el que estamos actualmente- de al menos 13 años diseñando y construyendo submarinos.
Volvamos ahora al origen, al litigio franco-español. Resumiéndolo al máximo podríamos decir que la DCNS acusaba a Navantia de deslealtad, de ser el S-80 un plagio del Scorpène, habiendo presentado una denuncia ante el Tribunal de Arbitraje de París a la vez que usaba sus muy superiores medios de manipulación de la prensa especializada difundiendo esta versión.
Por su parte, Navantia -socio al 50% en el diseño y construcción del Scorpène- se quejaba de la política de marketing francesa que ignoraba esto completamente, tanto en imagen como en la negociación de los contratos. En una palabra, acusaba a la DCNS de arrogancia.
No quisiera yo tener que emitir veredicto, pues es evidente que la Bazán, luego Izar y Navantia, algo había aprendido de los franceses en los avatares y prolongados plazos que he descrito anteriormente. Pero lo que más dolió a los franceses, hasta llegar a hacer inviable la sociedad, fue la selección, como socio tecnológico para el sistema de combate, de la norteamericana Lockheed Martin debido al mencionado cambio de requisitos del S-80. Todo esto desembocó en no poder utilizar prácticamente a proveedores franceses. El padrino arrogante y un discípulo ambicioso habían hecho inevitable la emancipación que ahora se confirma, permitiendo a cada empresa perseguir a sus clientes independientemente, Navantia con el S-80 y la DCNS con el Scorpène.
A falta de conocer los detalles del acuerdo, secretos comerciales para ambos, creo que puede ser un buen acuerdo especialmente para Navantia, pues el Scorpène es un buen barco, uno de los mejores y quizá el último de los submarinos tradicionales, pero el S-80 es el primer -y brillante- ejemplo de una nueva generación. El Scorpène y el S-80 son magníficos buques del pasado y el futuro -respectivamente- de lo que representa el arma submarina.
La DCNS tiene una debilidad estructural pues construye submarinos convencionales que su Marina no opera. En esto, que tiene especial repercusión negativa en el adiestramiento de sus futuros clientes, es única en el mundo.
Sé que habrá que esforzarse mucho y que hará falta suerte, pero si todo va bien, a Navantia solo le pueden inquietar los alemanes, el HDW. Pero con toda su calidad y prestigio, sus submarinos también están orientados excesivamente hacia atrás, hacia lo antisubmarino defensivo.
Todo este futuro potencialmente brillante para Navantia -lo cual es siempre una buena noticia para la Armada- podría ser muy ayudado por una decisión gubernamental: que se capacitase a los S-80 para operar con misiles UGM-109 Tomahawk. Si esto sucediera, hasta los más escépticos comprenderían que el S-80 es el primero de una nueva era de submarinos convencionales. O quizá no tan convencionales.
Ahí quedó eso. Pero, aunque el almirante Tafalla se lo merezca, nosotros no vamos a aclarar los errores de bulto que contiene su artículo (el autor no tiene ni idea de lo que es el arma submarina), a confrontar las capacidades industriales y tecnológicas de Navantia con las de la DCNS, ni a discutir las ventajas y desventajas de los S-80 y los ‘Scorpène’, porque sería cosa de risa. Ni tampoco vamos a desvelar las razones empresariales y el objeto propagandista de tanta subjetividad informativa, porque siendo público y notorio que su autor estuvo destinado más de siete años en Estados Unidos, al igual que su experiencia como almirante de la División de Logística del Mando Supremo OTAN del Atlántico Norte (en Norfolk) y su vinculación con el Grupo Atenea (pura ‘Yankilandia’), la cosa va de ‘blanco y en botella’.
El Ministerio de Defensa y Navantia, junto con palmeros de ocasión como el almirante Tafalla, se pueden enredar todo lo que quieran con el submarino español S-80, pero sin dejar en precario la defensa nacional ni dilapidar sin ton ni son el dinero de los contribuyentes, que es lo que han hecho. Escándalo estrepitoso por el que, además de tenerse que depurar responsabilidades políticas (esperemos que algún partido político insista en ello y que al menos se solicite una comisión de investigación parlamentaria al respecto), la ciudadanía debería interponer acciones legales ante los tribunales de justicia. Ese es el reto y la única vía para combatir el derroche público y la corrupción política.
Nota Bene: Conociendo la soberbia de la clase política española, es evidente que no se hará, pero el Gobierno acertaría al abandonar el utópico ‘submarino propio’, restaurar la relación entre Navantia y la DCNS y recuperar el ‘Scorpène’, un gran SSK de última generación pre-nuclear, en la versión más avanzada pero práctica que convenga a los almirantes, como dotación de la Armada Española y elemento reactivador de la industria naval militar.
delta074- Coronel
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Re: España
Más de 40.000 solicitudes para ingresar como militar de tropa y marinería
(defensa.com) El conjunto de los centros de selección para la realización de las pruebas selectivas de ingreso en las Fuerzas Armadas españolas han recibido más de 40.000 solicitudes de ingreso como militar de tropa y marinería tras la publicación, el 8 de febrero, de una nueva convocatoria de 2.000 plazas, la oferta de empleo más amplia de España.
El Ejército de Tierra es el que ofrece el mayor número de plazas, un total de 1.500, de las especialidades fundamentales de Infantería Ligera, Caballería, Artillería de Campaña y Antiaérea, de Costa, Ingenieros y Transmisiones.
La Armada publica 300 plazas para Infantería de Marina, Operaciones y Sistemas, Energía y Propulsión, Aprovisionamiento, Maniobra y Navegación.
Por su parte, el Ejército del Aire ha puesto a disposición 200 empleos en las especialidades fundamentales de Protección y Apoyo a la Fuerza y Mantenimiento Operativo.
De los 40.166 solicitantes, 34.822 son hombres y 5.344 mujeres.
Por nacionalidades, un total de 39.201 españoles han pedido cita previa y 965 extranjeros. Andalucía, con 13.887 solicitudes, Madrid, con 4.115 y Comunidad Valenciana, con 3.483, son las comunidades autónomas que más peticiones han recibido.
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=11675:mas-de-40000-solicitudes-para-ingresar-como-militar-de-tropa-y-marineria&catid=54:espana&Itemid=162
(defensa.com) El conjunto de los centros de selección para la realización de las pruebas selectivas de ingreso en las Fuerzas Armadas españolas han recibido más de 40.000 solicitudes de ingreso como militar de tropa y marinería tras la publicación, el 8 de febrero, de una nueva convocatoria de 2.000 plazas, la oferta de empleo más amplia de España.
El Ejército de Tierra es el que ofrece el mayor número de plazas, un total de 1.500, de las especialidades fundamentales de Infantería Ligera, Caballería, Artillería de Campaña y Antiaérea, de Costa, Ingenieros y Transmisiones.
La Armada publica 300 plazas para Infantería de Marina, Operaciones y Sistemas, Energía y Propulsión, Aprovisionamiento, Maniobra y Navegación.
Por su parte, el Ejército del Aire ha puesto a disposición 200 empleos en las especialidades fundamentales de Protección y Apoyo a la Fuerza y Mantenimiento Operativo.
De los 40.166 solicitantes, 34.822 son hombres y 5.344 mujeres.
Por nacionalidades, un total de 39.201 españoles han pedido cita previa y 965 extranjeros. Andalucía, con 13.887 solicitudes, Madrid, con 4.115 y Comunidad Valenciana, con 3.483, son las comunidades autónomas que más peticiones han recibido.
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=11675:mas-de-40000-solicitudes-para-ingresar-como-militar-de-tropa-y-marineria&catid=54:espana&Itemid=162
-Clark-- Sargento Mayor de Tercera
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Re: España
Hay muchos parados jovenes que quieren entrar en el ejercito, por culpa de la crisis...
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
El problema es que con la crisis estan recortando el personal en las FFAA del Reino.
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Re: España
Totalmente cierto también.MuerteSubita escribió:El problema es que con la crisis estan recortando el personal en las FFAA del Reino.
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
delta074 escribió:Las responsabilidades del Ministerio de Defensa y Navantia en el escándalo de los submarinos S-80
Domingo 01 de Septiembre de 2013 17:36
El programa del submarino español S-80, acometido por el Ministerio de Defensa y el astillero público Navantia para renovar los sistemas de armas de la Armada y planteado como la operación estrella de la industria naval militar, ha devenido en un estruendoso fiasco en todos los órdenes (político, económico, tecnológico, de imagen…), con gravísimas consecuencias para la defensa nacional. A pesar de ello, sigue impune desde que se detectó hace casi un año (públicamente se conoció en la pasada primavera), sin que se vislumbre intención gubernamental alguna de tomárselo realmente en serio y depurar las responsabilidades correspondientes.
El pasado 12 de mayo dábamos noticia puntual del caso en esta misma web (El desastre de los S-80 de Navantia: les sobran al menos 75 toneladas por errores de cálculo), confirmando que al primer submarino de la nueva serie S-80 encargada por la Armada Española al astillero Navantia, el ‘Isaac Peral’ (S-81) le sobran entre 75 y 100 toneladas, estando construido ya al 68% y con problemas de concepto y de diseño de difícil y costosa superación. Una situación intolerable, porque el control de pesos responde a los principios básicos de la construcción naval y en este caso ha comprometido la llamada ‘reserva de flotabilidad’, que permite a los submarinos sumergirse, emerger y navegar, mediante el llenado y vaciado de tanques, a pesar de su notable desplazamiento (2.200 toneladas en superficie y 2.430 en inmersión).
En otras palabras, el primer submarino de diseño español, lanzado a bombo y platillo mundial como el ‘no va más’ de nuestra industria naval, como el submarino convencional más avanzado del planeta, un ingenio que llevaría al astillero de Cartagena a alcanzar cifras de exportación jamás pensadas, hace aguas por los cuatro costados. Baja pero no sube, recordando así uno de los geniales monólogos de Gila sobre la guerra: “El submarino que nos mandaron el martes, de color, divino, pero no flota…”.
LAS GRAVES CONSECUENCIAS DE LA INCOMPETENCIA PÚBLICA
Ocultando el problema de forma ciertamente desleal desde el verano de 2012, y tirando en consecuencia por la borda toda la construcción inservible continuada desde entonces, en la primavera de 2013 Navantia ya no podía ocultar más la existencia de “desviaciones relacionadas con el balance de pesos”, que terminaron siendo filtradas por el diario La Verdad, estimando que la evaluación del problema y su corrección supondrán un retraso adicional de hasta 24 meses en la fecha de entrega del buque (y puede ser mayor, si es que el programa no termina durmiendo el sueño de los justos). Es decir, que el ‘Isaac Peral’ (S-81) no estará en ningún caso operativo en la Armada en marzo de 2015, que era la última fecha prevista, sino a partir de 2017, y ello sin contar con la fuerte desviación presupuestaria que va a comportar, aunque el Ministerio de Defensa sostenga el imposible de que no se va a comprometer la previsión de gasto del programa…
El ministerio de Defensa afirmó entonces que “se está estudiando el alcance del problema para determinar su impacto en términos de tiempo y dinero”, y alega con una simpleza intolerable que “se barajan distintas alternativas”. Si se mantiene la utopía de construir un submarino español convencional con visos de poder competir en el mercado internacional (por ejemplo, con los franceses y los alemanes), la solución pasa teóricamente por alargar el casco, prolongar sus 71 metros de eslora y revisar en cadena todo el desarrollo del buque. Es decir, no se trata de adelgazar el submarino (lo que supondría volver a la versión desechada del ‘Scorpène’), sino de crecer para reequilibrar el peso, lo que en definitiva supone cambiar el proyecto sustancialmente, sin garantías de acierto ni de mantener los requisitos exigidos por la Armada y, por supuesto, disparando su coste.
El problema del exceso de tonelaje -consecuencia de errores de cálculo elemental en los trabajos de ingeniería- supondrá no solo un retraso en la construcción, sino también un sobreprecio, que de momento nadie se atreve a evaluar pero que fácilmente rondará los 1.000 millones de euros adicionales. El programa S-80, que para cuatro sumergibles tenía asignado un presupuesto inicial de unos 2.200 millones de euros, y que ya es uno de los más costosos de las Fuerzas Armadas y el más importante de todos los encargados a la industria nacional, se convertiría de esta forma en un estruendoso desastre económico, sin precedentes en la vergonzosa historia de nuestros equipamientos militares, caracterizada por no comprar lo necesario y comprar lo innecesario.
Pero el submarino español que no flota, algo inconcebible y que en sí mismo ya supone un escándalo de marca mayor, conlleva problemas aún más graves que el de evidenciar la incompetencia de Navantia y el despilfarro propiciado por el Ministerio de Defensa. Con responsabilidades compartidas tanto por los gobiernos del PP como del PSOE, razón por la que el tema no ha tenido todavía el tratamiento adecuado en el Parlamento.
LA FLOTA DE LA ARMADA, SIN PROTECCIÓN SUBMARINA
El primero de ellos es la indefensión de la Armada Española, cuyos buques a flote (de proyección oceánica y por tanto con necesidades de protección integral muy notables) se verán afectados por una precaria escolta submarina y por la imposibilidad real de abordar determinadas operaciones y estrategias de guerra naval, ofensiva o defensiva. La serie de submarinos S-70, clase ‘Agosta’, formada por cuatro unidades (‘Galerna’, ‘Siroco’, ‘Mistral’ y ‘Tramontana’), con entrada al servicio de la Armada entre 1983 y 1986, tiene agotada su utilidad operativa desde hace tiempo, estimada en no más de 25 años para el actual nivel tecnológico del combate (Francia, sin ir más lejos, retiró el ‘Ouessant’ S623, que fue su último submarino de la clase ‘Agosta’, en 2001).
De hecho, el ‘Siroco’ S-72 ya fue dado de baja en la Lista Oficial de Buques Armada (LOBA) en junio de 2012, mientras el más antiguo ‘Galerna’ S-71, entregado en enero de 1983, se intentaba mantener como una pieza de museo hasta recibir el ‘Isaac Peral’ S-81. Además, el ‘Tramontana’ S-74 ha quedado indisponible este mismo verano a la espera de que se le pueda realizar una ‘gran carena’, extraordinaria, para alargar su cuestionable vida operativa hasta el 2016 (nada menos que 30 años), cuyo coste se estima en unos 30 millones de euros y que hasta ahora no se han contemplado en presupuesto alguno de Defensa.
Con todo, tras la baja del 'Siroco', en poco más de una década la Armada ha pasado de tener ocho submarinos, con al menos seis operativos, a disponer sólo de tres (la serie ‘Daphné’ precedente de cuatro submarinos S-60 fue dada de baja entre 2003 y 2006). Y de esos tres S-70, solo hay disponibles dos para misiones nacionales y compromisos internacionales: el ‘Mistral’ (S-73) y el ‘Tramontana’ (S-74) inmovilizado y con una gran carena pendiente (el 'Galerna' se botó en 1981 y es más antiguo que el ‘Siroco’, ya dado de baja, con lo que su operación práctica no deja de ser temeraria, además de que en ningún caso podrá esperar ya a ser relevado por el ‘Isaac Peral’ S-81).
En estas condiciones, los planes de la Armada centrados en la renovación in extremis de su flota con cuatro nuevos submarinos de la clase S-80 entre los años 2013 y 2019, se han evaporado. Y la situación es tan dramática que, en el caso de no poderse acometer la gran carena del ‘Tramontana’, en 2016 la Armada española contará con un único submarino, el ‘Mistral’ S-73, tercero de la clase ‘Agosta’, entregado a la Armada en 1985 y parcheado con piezas canibalizadas del ‘Siroco’ S-73.
Si con dos unidades la flotilla de submarinos ya sería exigua (además de funcionalmente obsoleta y sobre todo de tecnología muy desfasada), pensar en uno solo resulta inimaginable, ridículo y hasta una broma de mal gusto. De hecho, eso supondría tener que arriesgar la flota (sobre todo el buque insignia ‘Juan Carlos I’ L-61) en una situación de guerra naval estándar, dado que sería tremendamente vulnerable ante el ataque de submarinos convencionales de países con mucho menor peso militar que España: un escenario realmente catastrófico que Defensa y la Armada ocultan de forma vergonzosa a la opinión pública y al propio Parlamento.
Paréntesis: Para tener una idea clara de la obsolescencia de la actual flotilla de submarinos, todos entregados a la Armada entre 1983 y 1986, baste recordar que el Portaaviones ‘Príncipe de Asturias’ R-11, asignado años después (en mayo de 1988), ya fue dado de baja en febrero de 2013 y enviado a desguace tras 25 años escasos de servicio.
NAVANTIA LLEVA LA INDUSTRIA NAVAL MILITAR A PIQUE
El segundo problema sustancial, es el del desprestigio mundial que acarrea el fracaso del submarino español S-80 para la ya quemada industria naval militar (léase Navantia), que de paso arrastra al conjunto de los astilleros privados ‘contaminados’ en su propia acción comercial por la mala imagen de la empresa española de referencia. Una situación apuntillada por la creciente competitividad de otras industrias navales emergentes (China, Corea del Sur…), por la brecha tecnológica (gap) que nos separa de las constructoras y empresas de ingeniería naval occidentales más avanzadas y por la incapacidad política de España para afrontar con inteligencia la reconversión del sector mediante asociaciones estables y consorcios de codesarrollo y coproducción similares a los ya acometidos con notable éxito en el sector aeroespacial, cuyo paradigma sería EADS.
Alcanzado el cenit de la mala reputación internacional de Navantia, ganada a pulso y encubierta con una propaganda grandilocuente y con los pedidos obligados de la Armada Española, que por otra parte ha venido supeditando la racionalidad de sus adquisiciones y la satisfacción de las necesidades reales de la defensa nacional en tiempos y medios adecuados a los intereses laborales y comerciales de la empresa constructora, a la industria naval militar española sólo le queda huir hacia la integración en una suerte de consorcio internacional. Aunque sólo sea para poder seguir construyendo plataformas, dado que su tecnología y capacidad de diseño y de integración de sistemas de combate es nula y cada vez más y más distanciada de la actual realidad del mercado.
Claro está que soluciones de ese tipo tendrían que pasar primero por el saneamiento total de la incompetente dirección de Navantia, la política y la técnica, y por ponerla en manos de auténticos empresarios y profesionales privados (no paniaguados afines a los partidos políticos), si es que todavía se estuviera a tiempo. De momento, esa es la triste realidad de Navantia, digan lo que digan las partes interesadas.
Pruebas de la incapacidad y de los experimentos fracasados de Navantia se tienen todos los días, porque el problema del sobrepeso no es el primer escollo con el que tropieza el submarino español S-80, ni tampoco el más complejo. Su característica más novedosa es que iría equipado con un sistema de Propulsión Independiente del Aire (AIP), lo que le permitiría permanecer sumergido a profundidad táctica más de tres semanas (plazo ya alcanzado por los ‘Scorpène’) en vez de tener que emerger cada cuatro o cinco días, como les sucede a los sumergibles convencionales de la generación anterior, lo que supone una gran ventaja operacional y estratégica, notable y más próxima en ese sentido a la de los submarinos de propulsión nuclear.
Hay varios sistemas AIP operativos y de eficacia contrastada una vez superadas las dificultades de su desarrollo, como los suecos y alemanes, o el propio sistema anaeróbico francés MESMA (Módulo de Energía Submarina Autónoma) AM-2000, opcional al CM-2000 en los submarinos de la clase ‘Scorpène’. Pero los sabios ineptos de Navantia optaron de nuevo por una inexistente ‘solución española’, un ‘invento’ que, además de innecesario porque ya está inventado, hoy en día es inviable para España (es decir, un desarrollo nacional o autárquico tan absurdo como inalcanzable).
Por indicación de otros sabios de la Armada metidos en camisas de once varas, Navantia contrató con la empresa Hynergreen Technologies S.A. (una filial del Grupo Abengoa) la fabricación del procesador de bioetanol, que produce nitrógeno a partir de dicho combustible, basado en un pila (fuel cell) similar a la del sistema AIP que equipa los submarinos alemanes Tipo 212 y 214. La empresa diseñó un procesador a gran escala, pero falló en su miniaturizado y el prototipo se autodestruyó, llevando a Navantia a negociar con Técnicas Reunidas la fabricación urgente del procesador de bioetanol de los primeros submarinos, aunque no se sabe si operando o no una pila de combustible de 300 kW de salida fabricada por la empresa estadounidense UTC Power…
Ahora, el retraso provocado por el exceso de peso de los submarinos S-80 dará más tiempo para resolver el problema del AIP, aunque considerando la precariedad submarina de la Armada no se descarta una nueva chapuza consistente en que el primero de ellos, el ‘Isaac Peral’ S-81, se construya sin incorporar todavía el nuevo sistema de propulsión. Menudo negocio y menuda imagen: un submarino súper indiscreto (emergiendo cada dos por tres) con sobrepeso, sobrecoste y sobre-incapaces al mando del proyecto.
Aún más, a estas alturas de su lamentable aventura submarina, Navantia no tiene más remedio que recurrir al “asesoramiento técnico de un socio tecnológico” extranjero para resolver el problema sustancial del sobrepeso. Lo más probable es que ya lo esté haciendo la General Electric Boat, una filial de la estadounidense General Dynamics que evaluó el proyecto original -desde luego erróneamente- y que ahora cobraría otros 14 millones de euros complementarios por intentar sacar la pata del orinal donde la han metido de consuno los avispados del Ministerio de Defensa, de Navantia y también de la Armada.
Total, que Navantia se ha terminado de cargar la ya bochornosa imagen de la industria naval militar de España en todo el mundo, desde Australia hasta Chile, pasando por Venezuela, que ya es decir, a pesar del tono siempre triunfalista de sus notas de prensa. Su inexistente cartera de pedidos, al margen de la chapucera relación que desde siempre mantiene con la Armada Española, encantada en pasear almirantes al mando de buques que no sirven para lo que tienen que servir, sólo porque representan carga de trabajo para Navantia, es buena prueba de ello.
Paréntesis: Un pedido bien expresivo de la mala situación de Navantia, es la decisión tomada por Chile para dotarse con dos buques LSD de Asalto y Portahelicópteros franceses de la clase ‘Foudre’, el propio ‘Foudre’ L9011 comisionado en 1990 y que sustituirá al LST ‘Valdivia’ (clase ‘Newport’) y, a continuación, el ‘Siroco’ L9012 comisionado en 1998. Un acuerdo a favor de la relación franco-chilena que se suscribe tras la experiencia de la Armada de Chile con la adquisición de sus dos submarinos de la clase ‘Scorpène’, el ‘General O’Higgins’ SS-23 y el ‘General Carrera’ SS-22, cofabricados por la española Navantia y la francesa DCNS.
Lo curioso del caso es que el desvergonzado secretario de Estado de Defensa, Pedro Argüelles, se haya atrevido a soltar otra chuscada propia de Gila sobre el tema en declaraciones al diario El Economista, considerando que a pesar de lo sucedido todavía se está “a tiempo para capturar una parte del mercado de submarinos de la próxima generación y el S-80 sigue situado en las primeras plazas”. Y ello advirtiendo al mismo tiempo de forma contradictoria que “primero hay que acreditar que tenemos capacidad en Navantia para hacer un submarino que cumpla con las especificaciones de la Armada”. Pero, entonces ¿de qué ‘primeras plazas’ y de qué exportaciones habla, a dónde, cuándo…? ¿Es que el SEDEF se hace el idiota o es que acaso piensa que los idiotas son quienes le escuchan…?
Porque, más a más, en las mismas declaraciones, Argüelles se inventó sobre la marcha que el gran escándalo del submarino español que no flota “es un problema común para Navantia y otros países de alto grado de sofisticación tecnológica, como EEUU, Reino Unido o Australia, con programas de submarinos que necesitan una rampa de aprendizaje muy prolongada y no tiene nada que ver con saber hacer fragatas o buques de patrullas marítimas”, afirmando que “todo el mercado sigue con atención que sea capaz de lograr un submarino competitivo” (todo un colmo de estupidez). Y con la importante salvedad de que, según concluyó invocando a Santa Rita de Casia -Patrona de los Imposibles-, “el techo de gasto del submarino no sufrirá variación, 2.135 millones de euros, tal y como estaba previsto en el año 2009”.
Todo ello rectificado de hecho poco después por el ministro Morenés de forma lapidaria: “El error cometido con los submarinos S-80 le va a costar mucho tiempo a España” (lo que evidentemente le importa tres pitos y el que venga detrás que arree). Pero, por si acaso, descargando culpas al mismo tiempo con un cinismo desbordante, porque la construcción del prototipo conlleva, según él, “unos fallos que no son algo absolutamente anormal, aunque sí sean un disgusto”. ¡Dios mío, pero en manos de que gente están las Fuerzas Armadas y la Defensa Nacional!
Uno de los mejores resúmenes sobre el escándalo del programa S-80, fue el publicado por El País (10/05/2011) en una opinión editorial llamando al Ministerio de Defensa y a Navantia a explicar públicamente la naturaleza del problema afecto, cómo se va a solucionar y quienes son los responsables del esperpento, titulada “Submarino disfuncional”. Éste es su contenido, todavía sin respuesta política:
Mal hay que diseñar un submarino para equivocarse en el peso en 75 toneladas (quizá el error sea de 100 toneladas, todavía no está claro); muy mal hay que desarrollar un proyecto para que ese exceso de peso condicione la flotabilidad de la nave, cuya gracia, como su propio nombre indica, está en que pueda sumergirse y emerger a voluntad y con rapidez. El S-80 diseñado por Navantia, llamado (ahora sabemos que con sorna) ‘Isaac Peral’, se parece mucho a aquel submarino disfuncional de Gila, que los marineros tuvieron que hundir para descubrir después que era un barco. La historia parece un episodio chusco de la polémica sobre la ciencia española que tanto preocupó a Menéndez Pelayo. Tras romper contratos con el grupo tecnológico francés DCN, Navantia, crecida en pundonor y trapío, se atrevió a construir su propio submarino, el citado S-80. A lo peor el Señor no nos ha llamado por el camino de la tecnología, a pesar de todas las invocaciones al I+D+i; el caso es que el S-80 es una nave obesa y con graves problemas en su propulsión hipermoderna.
Pepe Gotera y Otilio han rechazado hacer las chapuzas necesarias para rectificar el desaguisado. En estos momentos, el dilema es o se construye el submarino ‘made in Spain’ con 75 toneladas de sobrepeso y un sistema de propulsión del montón, de esos que obligan a emerger cada pocas horas, o se corrigen los diseños, se aplaza la entrega a la Marina y se pagan los costes del arreglo que encarecerán el presupuesto. Cabe una tercera solución, en el espíritu de Gila: que cuando haya de sumergirse se hunda a pedradas y que cuando toque emerger lo haga con flotadores de patito.
Los asuntos de dinero son muy serios. Algún alto cargo de Defensa y algún directivo de Navantia deberían estar explicando públicamente la naturaleza del problema, cómo se solucionará y quiénes son los responsables del esperpento submarino. Es clamar en el desierto, porque los Gobiernos -el proyecto S-80 tiene una larga vida- son reacios a explicar las cosas; pero hay que recordar que los éxitos y los fracasos tienen responsables. Dijo ufano el presidente Rajoy que “ya nadie duda de España”. Nadie, excepto los españoles y los que tengan que navegar en el S-80.
EL TREMENDO COSTE DE LA TORPE INFIDELIDAD ESPAÑOLA
La primera gran mentira sobre el escándalo del S-80, el submarino de Gila, es que el programa ‘Scorpène’, en el que está basado, sea un codesarrollo o desarrollo tecnológico conjunto hispano-francés. El submarino clase ‘Scorpène’ fue un diseño exclusivo de la DCN (División de Construcción Naval) de la Armada francesa, hoy convertida en DCNS (tras la fusión del astillero público DCN con la división naval del grupo privado Thales), como submarino tipo SSK de quinta generación (pre-nuclear) con una evolución tecnológica enorme sobre la clase ‘Agosta’, que a su vez había sustituido a la clase ‘Daphné’, ambas operadas también por la Armada Española (los S-70 y S-60).
La cuestión es que, una vez diseñado, Francia decidió no construir el SSK ‘Scorpène’ y pasar directamente al submarino SSN de propulsión nuclear, quedando aquel proyecto en standby, en reserva eventual para posibles exportaciones. Éstas se inician precisamente cuando España decide renovar su flota submarina de tradición francesa (los ‘Agosta’ S-70 que siguieron a los ‘Daphné’ S-60, que habían sido cofabricados -no codesarrollados- entre España y Francia), a cuyos efectos y en línea con el mismo sistema de participación industrial -no tecnológica- se concierta una producción inicial de 6 unidades necesaria para poner en marcha el programa: 2 unidades para la Armada de Chile y 4 para la Armada de España, siempre hablando, claro está, de submarinos ‘Scorpène’.
Este acuerdo hispano-francés abre entonces un prometedor mercado de exportación en el que las cargas de trabajo se repartirían entre la DCNS y Navantia con acciones comerciales simultáneas de ambos astilleros, es decir bajo etiqueta exportadora hispano-francesa. Y así se consiguen pedidos de Malasia (2 unidades), India (6 unidades) y Brasil (4 unidades), además de las 6 unidades de lanzamiento previstas para Chile y España: un éxito que supera rápidamente las 13 unidades que se alcanzaron con la clase ‘Agosta’ (4 Francia, 4 España y 5 Paquistán).
Pero en esta situación de brillante futuro, España decide volar por su cuenta transformando sus 4 ‘Scorpène’, que en sí mismo es un modelo con notable capacidad para adaptaciones y mejoras, en un submarino ‘inexistente’ que considera ‘propio’ y bautiza como S-80, dando por suya la base del proyecto y alterándolo como cree conveniente para que sea ‘mejor’ que el original ‘Scorpène’: con mejor sistema de combate (de la estadounidense Lockheed Martin en vez de europeo), con teórica mejor propulsión, con teórica mejor electrónica, más habitabilidad y confort… y toda la funcionalidad añadida e innecesaria que los almirantes de la Armada, más o menos apapachados con la industria norteamericana, van pidiendo sobre la marcha como quien escribe una carta a los generosos Reyes Magos de Oriente…
Para no alargar la historia, diremos que, tras la denuncia que interpuso el astillero francés DCNS contra Navantia en octubre de 2008 ante el Tribunal de Arbitraje de París por plagio, al considerar que para desarrollar el S-80 copió elementos del submarino ‘Scorpène’, cosa evidente, dos años más tarde, en noviembre de 2010, ambas compañías rompieron el consorcio que mantenían para la cofabricación del ‘Scorpène’, submarino que además podían comercializar en paralelo. La nota hecha pública al efecto señalaba que “se va a poner fin al proceso de arbitraje abierto y desde ahora en adelante los submarinos ‘Scorpène’ serán fabricados y comercializados por DCNS y de igual manera, los submarinos S-80 serán fabricados y comercializados por Navantia”.
Dicho de otra forma, cada uno a lo suyo; concluyendo torpemente y en el peor momento una colaboración hispano-francesa en el arma submarina de larga trayectoria (casi medio siglo), iniciada el 17 de noviembre de 1964, cuando en pleno franquismo y con una industria militar mundial reticente a relacionarse con España (sólo Francia accedió a la venta y cofabricación de armamento) la Junta de Defensa Nacional aprobó el programa de los submarinos S-60. Y así, concluida también su experiencia como cofabricante de los ‘Scorpène’ vendidos a Chile y Malasia (los de India y Brasil ni los olería), Navantia se quedaba colgada en su aventura submarina; con un know-how muy elemental, básicamente relativo a la estructura del buque, que es en lo que ha fallado el S-80, derivado de su participación inicial en dicho programa y sin poder participar en su halagüeño futuro.
La historia posterior, con un submarino S-80 netamente ‘español’ que no flota y desprestigiado a nivel mundial antes de nacer, demuestra que los listos de Navantia, queriendo quedarse con el magro del jamón, sólo se han quedado con el hueso y el tocino…
En el revelador reportaje de Gonzalo Suárez “El submarino con michelines. ¿Culpable?” (El Mundo, suplemento Crónica, 23/07/2013), fuentes internas de Navantia desvelaban las razones del desastre del S-80, confirmando que “se inventó sobre la marcha”:
(…) Lo cierto es que los ingenieros nunca supieron cuánto pesaría exactamente el submarino. La razón es simple: cuando arrancó la construcción, la mayoría de las piezas que se instalarían en su interior aún no existían. Los equipos se diseñaban sobre la marcha: sólo se manejaba una estimación de pesos que, se ha sabido ahora, pecó de optimista.
--¿Es habitual este método?
--Desgraciadamente, sí. Inventar lo que va dentro a la vez que lo construyes es suicida. Bastante prototipo es un submarino para meterle prototipos dentro -admite un ex director de astillero de Navantia-.
--¿Por qué se hizo así?
--Porque los submarinos que tenía la Armada se caían de viejos. Al Gobierno le entró prisa y puso dinero sobre la mesa. Los políticos trabajan a cuatro años. No ven más allá.
Tras años de titubeo, Federico Trillo, titular de Defensa, había autorizado el ansiado submarino. Sobre la mesa de su despacho aterrizaron dos alternativas. La primera construirlo a medias con Francia. La otra independizarse de los vecinos del norte para potenciar la I+D patria. “Se optó por la segunda opción, que yo defendía”, recuerda [el almirante] Tafalla.
Ya puestos, no se proyectó un submarino cualquiera. El S-80 sería el submarino más sofisticado del mundo. Eran tiempos de optimismo y Filgueira [entonces director del astillero] se comprometía públicamente a que se cumplieran todos los plazos previstos: “El futuro de Navantia en Cartagena es sólo hacer submarinos”, proclamaba orgulloso.
Pero los contratiempos no tardaron en aparecer. Sobre todo, en la pieza más innovadora: el sistema de propulsión independiente del aire (AIP). La empresa diseño un procesador a gran escala, pero falló al miniaturizarlo y el prototipo se quemó. Los errores fueron retrasando la fecha de entrega de la primera nave. De 2012 se pasó a 2013; luego, a 2015; y ahora, con el sobrepeso, hasta 2017… en el mejor de los casos.
Ha sido un golpe letal para Navantia. De aquí a 2020 se calcula que los ejércitos de todo el mundo encargarán unos 140 submarinos. La empresa española estimaba que se quedaría con el 10% del negocio. Había interesados en Australia, Noruega, India… Ahora, con la farsa del sobrepeso, empiezan a recular.
La internalización de la empresa fue la excusa de Navantia para silenciar su error. “Nos decían: No lo contéis, pensad en la empresa, ¿qué van a decir los australianos?”, explica Briones [presidente del comité de empresa]. “El astillero es como un ejército sin uniformes. Todos obedecen sin rechistar”…
‘YANKILANDIA’ Y LOS ALMIRANTES PALMEROS
Claro está que, junto a sus detractores, el programa del submarino S-80 ha tenido también sus defensores, la mayoría de ellos por sus connivencias con la industria de defensa estadounidense, que tiene especialmente obnubilada a la Armada Española, sin que, ahora, ninguno de ellos quiera afrontar las consecuencias del desastre. En esta web no negamos nunca opiniones que difieren de las nuestras o análisis que contradigan los propios, razón por la que no dudamos en rescatar un artículo del almirante Ángel Tafalla, ex segundo jefe del Estado Mayor de la Armada y responsable, según él, de definir los requisitos operativos del S-80 (cosa extraña porque jamás mandó un submarino), en el que aplaudía entusiasmado el fondo y la forma de dicho programa, titulado nada más y nada menos que “La emancipación de Navantia” (AteneaDigital.Es 15/11/2010):
El pasado viernes se ha hecho público el acuerdo entre la empresa francesa DCNS y Navantia por el que se pone fin al litigio que venían manteniendo acerca de la construcción de submarinos. Creo que este acuerdo es muy importante pudiéndose llegar a calificarse como de emancipación de la empresa española de un cierto tutelaje francés. Queda así Navantia liberada de ataduras en el campo de los submarinos, último aspecto que le quedaba para abarcar íntegramente todo el espectro de la construcción naval militar. Permanecerán, y así debe ser, otros importantes vínculos internacionales, muy significativamente con la norteamericana Lockheed Martin, pero esta relación aunque asimétrica, lo es en beneficio mutuo y no entraña ningún vasallaje.
La emancipación no ha sido fácil ni rápida. Hace 42 años -en 1968- comenzó la entonces EN Bazán a construir su primer submarino de diseño francés, el S-61 Delfín. Y así continuó intermitentemente durante nada menos que 18 años, entregándose hasta ocho submarinos a la Armada. A estos 18 años siguieron otros 18 de reflexiones y estudios -en el fondo dudas- en que la Armada no encargó ningún buque de este tipo, si bien es verdad que durante los últimos 6 años de este periodo, la empresa española fue socio de la francesa en el diseño y construcción de dos Scorpène para Chile y otros dos para Malasia. Este desierto de 18 años sin encargos de la Armada se acabó en Marzo del 2004 en que se dio la Orden de Ejecución de los cuatro S-80. ¿Qué había pasado para este plazo tan prolongado?
Pues muchas cosas, entre las que destacaría dos. A partir de la caída del Muro de Berlín, en 1990 los submarinos soviéticos dejaron de operar súbitamente y surgieron grandes dudas en todas las marinas europeas acerca del futuro de los submarinos convencionales propios, claramente especializados en lo antisubmarino. El segundo factor que nos influyó -ciertamente lo hizo en el seno de la Armada- tiene que ver con la comunidad de submarinistas. Quien no haya tratado con ellos no se puede imaginar lo entusiastas y profesionales que son, pero desgraciadamente también son inflexibles. Se aferraban a una concepción clásica de sus buques y de sus misiones que a muchos nos parecía superada. Y claro, el proyecto no prosperaba pese a tanto esfuerzo y dedicación: se habían quedado "antiguos".
Pero a finales del 2001 se dio un fuerte cambio a los Requisitos Operativos (NSR) del S-80, añadiendo a las misiones tradicionales del submarino, las de interacción con tierra en los campos de vigilancia, inteligencia y proyección de armamento y fuerzas especiales. Y encima se añadió el requisito de una propulsión anaerobia (AIP). Ninguno de los aspectos anteriores era especialmente apreciado por la comunidad submarinista del 2001, aunque comprendieron y aceptaron que solo así tendrían submarinos, lo que pudieron comprobar a partir del 2004 en el que se abrió un periodo -en el que estamos actualmente- de al menos 13 años diseñando y construyendo submarinos.
Volvamos ahora al origen, al litigio franco-español. Resumiéndolo al máximo podríamos decir que la DCNS acusaba a Navantia de deslealtad, de ser el S-80 un plagio del Scorpène, habiendo presentado una denuncia ante el Tribunal de Arbitraje de París a la vez que usaba sus muy superiores medios de manipulación de la prensa especializada difundiendo esta versión.
Por su parte, Navantia -socio al 50% en el diseño y construcción del Scorpène- se quejaba de la política de marketing francesa que ignoraba esto completamente, tanto en imagen como en la negociación de los contratos. En una palabra, acusaba a la DCNS de arrogancia.
No quisiera yo tener que emitir veredicto, pues es evidente que la Bazán, luego Izar y Navantia, algo había aprendido de los franceses en los avatares y prolongados plazos que he descrito anteriormente. Pero lo que más dolió a los franceses, hasta llegar a hacer inviable la sociedad, fue la selección, como socio tecnológico para el sistema de combate, de la norteamericana Lockheed Martin debido al mencionado cambio de requisitos del S-80. Todo esto desembocó en no poder utilizar prácticamente a proveedores franceses. El padrino arrogante y un discípulo ambicioso habían hecho inevitable la emancipación que ahora se confirma, permitiendo a cada empresa perseguir a sus clientes independientemente, Navantia con el S-80 y la DCNS con el Scorpène.
A falta de conocer los detalles del acuerdo, secretos comerciales para ambos, creo que puede ser un buen acuerdo especialmente para Navantia, pues el Scorpène es un buen barco, uno de los mejores y quizá el último de los submarinos tradicionales, pero el S-80 es el primer -y brillante- ejemplo de una nueva generación. El Scorpène y el S-80 son magníficos buques del pasado y el futuro -respectivamente- de lo que representa el arma submarina.
La DCNS tiene una debilidad estructural pues construye submarinos convencionales que su Marina no opera. En esto, que tiene especial repercusión negativa en el adiestramiento de sus futuros clientes, es única en el mundo.
Sé que habrá que esforzarse mucho y que hará falta suerte, pero si todo va bien, a Navantia solo le pueden inquietar los alemanes, el HDW. Pero con toda su calidad y prestigio, sus submarinos también están orientados excesivamente hacia atrás, hacia lo antisubmarino defensivo.
Todo este futuro potencialmente brillante para Navantia -lo cual es siempre una buena noticia para la Armada- podría ser muy ayudado por una decisión gubernamental: que se capacitase a los S-80 para operar con misiles UGM-109 Tomahawk. Si esto sucediera, hasta los más escépticos comprenderían que el S-80 es el primero de una nueva era de submarinos convencionales. O quizá no tan convencionales.
Ahí quedó eso. Pero, aunque el almirante Tafalla se lo merezca, nosotros no vamos a aclarar los errores de bulto que contiene su artículo (el autor no tiene ni idea de lo que es el arma submarina), a confrontar las capacidades industriales y tecnológicas de Navantia con las de la DCNS, ni a discutir las ventajas y desventajas de los S-80 y los ‘Scorpène’, porque sería cosa de risa. Ni tampoco vamos a desvelar las razones empresariales y el objeto propagandista de tanta subjetividad informativa, porque siendo público y notorio que su autor estuvo destinado más de siete años en Estados Unidos, al igual que su experiencia como almirante de la División de Logística del Mando Supremo OTAN del Atlántico Norte (en Norfolk) y su vinculación con el Grupo Atenea (pura ‘Yankilandia’), la cosa va de ‘blanco y en botella’.
El Ministerio de Defensa y Navantia, junto con palmeros de ocasión como el almirante Tafalla, se pueden enredar todo lo que quieran con el submarino español S-80, pero sin dejar en precario la defensa nacional ni dilapidar sin ton ni son el dinero de los contribuyentes, que es lo que han hecho. Escándalo estrepitoso por el que, además de tenerse que depurar responsabilidades políticas (esperemos que algún partido político insista en ello y que al menos se solicite una comisión de investigación parlamentaria al respecto), la ciudadanía debería interponer acciones legales ante los tribunales de justicia. Ese es el reto y la única vía para combatir el derroche público y la corrupción política.
Nota Bene: Conociendo la soberbia de la clase política española, es evidente que no se hará, pero el Gobierno acertaría al abandonar el utópico ‘submarino propio’, restaurar la relación entre Navantia y la DCNS y recuperar el ‘Scorpène’, un gran SSK de última generación pre-nuclear, en la versión más avanzada pero práctica que convenga a los almirantes, como dotación de la Armada Española y elemento reactivador de la industria naval militar.
Seguro machuca diseñó parte de esa mierda que no flota
nick7777- Teniente Coronel
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Re: España
Fotos posteadas por el forista LoboAlfa en el foro WWW.AMERICAMILITAR.COM
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Re: España
El Ejército del Aire español efectúa el primer disparo desde un Eurofighter de un misil IRIS-T en modo digital
(defensa.com) Fue el 27 de febrero, sobre aguas del golfo de Cádiz, en el centro de experimentación de “El Arenosillo”. Pilotos del Centro de Armamento y Experimentación del Ejército del Aire (CLAEX) ejecutaron con éxito el primer disparo, en el proceso de integración digital, del misil IRIS-T en los C.16 Eurofighter de Tranche 1.
El Ejército del Aire español se ha convertido así en la primera Fuerza Aérea usuaria del sistema de armas Eurofighter en haber realizado un disparo del misil IRIS-T con integración digital, lo que supone un salto cualitativo de gran magnitud en las capacidades de combate aire-aire de dicha plataforma. Este salto se ha realizado por delante de otras Fuerzas Aéreas y de la propia industria.
Este evento corresponde a uno de los últimos pasos en un proceso que se inició hace algo más de tres años , en el que han estado trabajando de forma directa o indirecta más de 50 personas y que concluirá con la certificación nacional del Eurofighter.
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=11871:el-ejercito-del-aire-espanol-efectua-el-primer-disparo-desde-un-eurofighter-de-un-misil-iris-t-en-modo-digital-&catid=54:espana&Itemid=162
(defensa.com) Fue el 27 de febrero, sobre aguas del golfo de Cádiz, en el centro de experimentación de “El Arenosillo”. Pilotos del Centro de Armamento y Experimentación del Ejército del Aire (CLAEX) ejecutaron con éxito el primer disparo, en el proceso de integración digital, del misil IRIS-T en los C.16 Eurofighter de Tranche 1.
El Ejército del Aire español se ha convertido así en la primera Fuerza Aérea usuaria del sistema de armas Eurofighter en haber realizado un disparo del misil IRIS-T con integración digital, lo que supone un salto cualitativo de gran magnitud en las capacidades de combate aire-aire de dicha plataforma. Este salto se ha realizado por delante de otras Fuerzas Aéreas y de la propia industria.
Este evento corresponde a uno de los últimos pasos en un proceso que se inició hace algo más de tres años , en el que han estado trabajando de forma directa o indirecta más de 50 personas y que concluirá con la certificación nacional del Eurofighter.
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=11871:el-ejercito-del-aire-espanol-efectua-el-primer-disparo-desde-un-eurofighter-de-un-misil-iris-t-en-modo-digital-&catid=54:espana&Itemid=162
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Re: España
La fragata Álvaro de Bazán y el Mando Aéreo de Combate del Ejército del Aire conectados vía satélite
(defensa.com) A comienzos de este mes tuvo lugar el ejercicio de defensa aérea Sirio-Tormenta 2014 en el que participaron unidades del Ejército del Aire. Este año se evaluó la interoperabilidad del Mando Aéreo de Combate (MACOM) del Ejército del Aire con la fragata F-101 Álvaro de Bazán de la Armada española.
En estas fechas hemos conocido que durante esta prueba que tuvo lugar el 5 de marzo, la fragata se conectó vía satélite a la red de Mando y Control (C2) del MACOM, pudiéndose enviar datos de cobertura aérea de la fragata al Centro de Operaciones Aéreas (AOC) en la base aérea de Torrejón, en el GRUpo CEntral de MAndo y Control (GRUCEMAC).
Clave en este proceso ha sido el procesador de enlaces de datos tácticos LINPRO de la empresa española Tecnobit. Tiene capacidad Link-11, Link-16, reenvío entre ambos y recientemente también puede reenviar información Link-16 utilizando el estándar JRE (Joint Range Extension) fase que ha sido desarrollada con financiación del Mando de Operaciones del Estado Mayor de la Defensa (EMAD). Gracias a esta prestación posibilita el intercambio de información Link-16 entre diferentes unidades españolas como las fragatas F-100, el GRUCEMAC, los buques LPD o el COAAAS-M (Centro de Operaciones de Artillería Antiaérea Semiautomático Medio).
Esta capacidad fue evaluada durante el ejercicio COPEX-13 en la que participó el ITM, que también ha apoyado técnicamente en el desarrollo de la capacidad JRE. (J.N.G.)
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=11920:la-fragata-alvaro-de-bazan-y-el-mando-aereo-de-combate-del-ejercito-del-aire-conectados-via-satelite&catid=54:espana&Itemid=162
(defensa.com) A comienzos de este mes tuvo lugar el ejercicio de defensa aérea Sirio-Tormenta 2014 en el que participaron unidades del Ejército del Aire. Este año se evaluó la interoperabilidad del Mando Aéreo de Combate (MACOM) del Ejército del Aire con la fragata F-101 Álvaro de Bazán de la Armada española.
En estas fechas hemos conocido que durante esta prueba que tuvo lugar el 5 de marzo, la fragata se conectó vía satélite a la red de Mando y Control (C2) del MACOM, pudiéndose enviar datos de cobertura aérea de la fragata al Centro de Operaciones Aéreas (AOC) en la base aérea de Torrejón, en el GRUpo CEntral de MAndo y Control (GRUCEMAC).
Clave en este proceso ha sido el procesador de enlaces de datos tácticos LINPRO de la empresa española Tecnobit. Tiene capacidad Link-11, Link-16, reenvío entre ambos y recientemente también puede reenviar información Link-16 utilizando el estándar JRE (Joint Range Extension) fase que ha sido desarrollada con financiación del Mando de Operaciones del Estado Mayor de la Defensa (EMAD). Gracias a esta prestación posibilita el intercambio de información Link-16 entre diferentes unidades españolas como las fragatas F-100, el GRUCEMAC, los buques LPD o el COAAAS-M (Centro de Operaciones de Artillería Antiaérea Semiautomático Medio).
Esta capacidad fue evaluada durante el ejercicio COPEX-13 en la que participó el ITM, que también ha apoyado técnicamente en el desarrollo de la capacidad JRE. (J.N.G.)
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=11920:la-fragata-alvaro-de-bazan-y-el-mando-aereo-de-combate-del-ejercito-del-aire-conectados-via-satelite&catid=54:espana&Itemid=162
-Clark-- Sargento Mayor de Tercera
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Re: España
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Re: España
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Re: España
Navantia construirá dos Buques de Acción Marítima (BAM) para la Armada española con un presupuesto estimado de 400 millones de euros
(defensa.com) El presidente de de SEPI, Ramón Aguirre, ha anunciado esta mañana en Santiago, junto con el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, que Navantia construirá dos Buques de Acción Marítima (BAM) para la Armada Española según el encargo realizado por el Ministerio de Defensa con un presupuesto inicial de 400 millones de euros. Según han confirmado, “con esta segunda serie de Buques de Acción Marítima no sólo se recupera la contratación por parte de la Armada Española sino que además se asegura la continuidad del programa de los BAM iniciado en julio de 2006”.
El plazo de construcción de ambos buques, que se realizará en los centros de trabajo de Puerto Real/San Fernando y Ferrol, será de aproximadamente 30 meses, lo que supondrá en conjunto un total de 2,2 millones de horas de trabajo tanto propias como de la industria auxiliar.
Cabe destacar que en la construcción de estos dos buques se integrarán los equipos y sistemas de otros subcontratistas nacionales. La contratación aportará una importante carga de trabajo a Navantia a corto plazo y contribuirá positivamente a mejorar la posición financiera de la compañía. Igualmente, el impacto de este pedido se extenderá a la Industria Auxiliar de Navantia así como a los citados suministradores de sistemas y equipos, lo que provocará un efecto directo sobre el empleo de las distintas comunidades afectadas.
Operatividad y características de los BAM
La misión principal de estos buques será el control de la Zona Marítima Exclusiva (ZEE), así como la defensa contra amenazas asimétricas y convencionales de pequeña entidad. Otras misiones serán las de vigilancia, salvamento, o la lucha contra la contaminación y el contrabando.
Estos buques cuentan con un desplazamiento máximo de 2.490 toneladas y una autonomía que oscila entre las 3.500 y las 8.700 millas, pudiendo alcanzar una velocidad máxima de 20,5 nudos. Su dotación de personal puede oscilar entre las 35 personas a las que se pueden sumar otras 80 embarcadas eventualmente.
Además, cuentan con una capacidad suficiente para operar con un helicóptero embarcado y todo ello dentro de una eslora de 93,9 metros y una manga máxima de 14,2 metros.
Dentro de las características particulares de este tipo de buques destaca que cuentan con una hélice de proa, aletas estabilizadoras y tanques pasivos, así como un alto grado de automatización y medios de lucha contra la contaminación.
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=12207:navantia-construira-dos-buques-de-accion-maritima-bam-para-la-armada-espanola-con-un-presupuesto-estimado-de-400-millones-de-euros&catid=54:espana&Itemid=162
(defensa.com) El presidente de de SEPI, Ramón Aguirre, ha anunciado esta mañana en Santiago, junto con el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, que Navantia construirá dos Buques de Acción Marítima (BAM) para la Armada Española según el encargo realizado por el Ministerio de Defensa con un presupuesto inicial de 400 millones de euros. Según han confirmado, “con esta segunda serie de Buques de Acción Marítima no sólo se recupera la contratación por parte de la Armada Española sino que además se asegura la continuidad del programa de los BAM iniciado en julio de 2006”.
El plazo de construcción de ambos buques, que se realizará en los centros de trabajo de Puerto Real/San Fernando y Ferrol, será de aproximadamente 30 meses, lo que supondrá en conjunto un total de 2,2 millones de horas de trabajo tanto propias como de la industria auxiliar.
Cabe destacar que en la construcción de estos dos buques se integrarán los equipos y sistemas de otros subcontratistas nacionales. La contratación aportará una importante carga de trabajo a Navantia a corto plazo y contribuirá positivamente a mejorar la posición financiera de la compañía. Igualmente, el impacto de este pedido se extenderá a la Industria Auxiliar de Navantia así como a los citados suministradores de sistemas y equipos, lo que provocará un efecto directo sobre el empleo de las distintas comunidades afectadas.
Operatividad y características de los BAM
La misión principal de estos buques será el control de la Zona Marítima Exclusiva (ZEE), así como la defensa contra amenazas asimétricas y convencionales de pequeña entidad. Otras misiones serán las de vigilancia, salvamento, o la lucha contra la contaminación y el contrabando.
Estos buques cuentan con un desplazamiento máximo de 2.490 toneladas y una autonomía que oscila entre las 3.500 y las 8.700 millas, pudiendo alcanzar una velocidad máxima de 20,5 nudos. Su dotación de personal puede oscilar entre las 35 personas a las que se pueden sumar otras 80 embarcadas eventualmente.
Además, cuentan con una capacidad suficiente para operar con un helicóptero embarcado y todo ello dentro de una eslora de 93,9 metros y una manga máxima de 14,2 metros.
Dentro de las características particulares de este tipo de buques destaca que cuentan con una hélice de proa, aletas estabilizadoras y tanques pasivos, así como un alto grado de automatización y medios de lucha contra la contaminación.
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=12207:navantia-construira-dos-buques-de-accion-maritima-bam-para-la-armada-espanola-con-un-presupuesto-estimado-de-400-millones-de-euros&catid=54:espana&Itemid=162
-Clark-- Sargento Mayor de Tercera
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Re: España
Eso mantendrá ocupados a los astilleros durante algún tiempo...
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
¿Este no fue el buque que dicen que se quedo sin electricidad delante un SU 34?Blas de Lezo escribió:El USS Donald Cook parte hacia España con un escudo antimisiles
Norfolk (EE.UU.), 31 ene (EFE).- El destructor estadounidense USS Donald Cook, equipado con un sistema de misiles interceptores, partió hoy de la base naval de Norfolk (Virginia) rumbo a Rota (España), donde establecerá su base permanente.
Tras una ceremonia de despedida en la que asistieron los familiares de los más de 300 marineros y oficiales destacados en el navío, el USS Donald Cook, de 154 metros de eslora y 20 de manga, partió de Norfolk para un trayecto que se prevé concluirá el 11 de febrero con su llegada al puerto destino.
Con su viaje a la base aeronaval conjunta hispano-estadounidense de Rota, el USS Donald Cook abre camino a otros tres destructores estadounidenses que en los próximos dos años se establecerán en ese enclave militar situado junto a la Bahía de Cádiz, en la costa atlántica del sur de España.
El despliegue permanente de estos cuatro destructores en Rota se encuadra en el programa del escudo antimisiles de la Alianza Atlántica (OTAN) en el sur de Europa, lo que garantizará poder "estar en el lugar adecuado en todo momento", aseguró recientemente el secretario de la Armada, Ray Mabus.
El destructor Donald Cook está equipado con el sistema Aegis, que le permite interceptar misiles ofensivos y proteger gracias a su movilidad amplias zonas del sur y centro de Europa dentro del programa defensa antimisiles de la OTAN.
Los otros destructores que se desplegarán de manera permanente los próximos meses en la base del sur de España son el USS Ross, el USS Porter y el USS Carney, que completarán el despliegue y supondrá un importante aumento de la población estadounidense en la base de Rota y en los alrededores.
http://noticias.lainformacion.com/politica/sistemas-de-misiles/el-uss-donald-cook-parte-hacia-espana-con-un-escudo-antimisiles_4xYy3U7D8uU3OgbvkvL6D6/
Cerca de Ucrania...
delta074- Coronel
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Re: España
Ni idea pero es muy probable... la flota mediterránea yanqui tiene su base principal aquí.
Si no es ese sera alguno de sus gemelos q están en rota...
Si no es ese sera alguno de sus gemelos q están en rota...
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
Manifiesto para salvar el -Príncipe de Asturias-
«El 14 de diciembre de 2013 se dio de baja el portaaviones «Príncipe de Asturias» (R-11), buque insignia y emblemático de la Armada española que ha tenido una vida útil de casi un cuarto de siglo desde que le fue entregada su bandera de combate en 1989. Durante estos veinticuatro años ha desarrollado y cumplido de un modo impecable misiones en muy diferentes escenarios, desde nuestros mares territoriales hasta el Mediterráneo oriental, como ocurrió en 1991 con ocasión de la primera Guerra del Golfo.
El «Príncipe de Asturias» fue construido por la Empresa Nacional Bazán, hoy Navantia, y es, por lo tanto, un buque de construcción española y de diseño también básicamente español. Ha sido un orgullo tecnológico de nuestros Ejércitos y de nuestra industria, a cuyo desarrollo ha contribuido, y ha merecido el respeto y la admiración unánimes de las marinas e industrias de muchos países del mundo, entre ellos los más avanzados.
Hoy, sin embargo, se ha decidido dar de baja un magnífico barco que, con las actualizaciones pertinentes, podría haber seguido prestando un servicio excelente a la Armada y a la seguridad y la defensa de España y nuestros aliados. Razones económicas y presupuestarias lo han aconsejado así. Algunas de las funciones realizadas por nuestro portaaviones pueden ser llevadas a cabo, en parte, por el todavía nuevo Buque de Proyección Estratégica «Juan Carlos I», una nave más polivalente.
Desde una perspectiva de planificación económica, o incluso de defensa, no tenemos nada que objetar aquí. Es una decisión que respetamos y que corresponde a profesionales, responsables y gestores de la Defensa.
Sin embargo, desde una perspectiva histórica y simbólica, desde un punto de vista diferente y, en cierto sentido, más profundo, sí nos preocupa hondamente que el buque que mejor ha simbolizado la España moderna, democrática y tecnológica, la de la plena integración de las Fuerzas Armadas en la sociedad de la que forman parte, la España de los últimos cuarenta años, vaya a ser desguazado y vendido a trozos por el peso de su metal, en algún lugar del mar Negro, por poner el caso.
Es decir, la significación del «Príncipe de Asturias» supera incluso, con mucho, la de un noble y gran barco de guerra que fue buque insignia de la Armada española. Esta nave debe ser vista, en realidad, como el monumento simbólico representativo de la España de mayor progreso económico y social de nuestra Historia. La España que conquistó y asentó la democracia, que se integró plenamente en Europa y la Comunidad Internacional, que impulsó la articulación de la Comunidad Iberoamericana y asumió sus responsabilidades en el mundo, alcanzando los primeros puestos en tantas áreas, desde la medicina o la ingeniería, a las artes o el deporte.
Éste es el valor icónico que puede y debe tener el «Príncipe de Asturias»: el de ser símbolo de una época, de un periodo fundamental de la Historia de nuestro país. ¿Desmontaríamos el Alcázar de Segovia porque no es un edificio operativo y porque implica gastos de mantenimiento? ¿Venderíamos sus piedras y sillares en una subasta internacional pública porque, en términos «prácticos», no nos hacen falta? Nos preguntamos: ¿no tiene todo el sentido tener y mantener esa magnífica fortaleza de origen medieval como testigo, imagen, enseñanza y recuerdo de nuestra Historia? Este es, precisamente, el sentido de lo que proponemos se haga con el Príncipe de Asturias (R-11), actualmente en Ferrol a la espera de su subasta y desguace el próximo mes de junio.
Se trata, al menos, de mantenerlo -flotando, por supuesto- como un lugar de la memoria, de nuestra mejor memoria, la de la España reciente, la de la España que comenzó con la Transición Democrática. Un auténtico castillo flotante que, anclado y amarrado, muestre imponente su majestuosa y grandiosa silueta en alguno de los múltiples puertos o ciudades de nuestras costas, recordándonos lo mucho que los españoles hemos conseguido juntos cuando hemos querido y sabido actuar juntos.Esto es lo que han hecho otros países, conscientes del valor de su Historia, con algunos de sus navíos más emblemáticos. Pensemos, por ejemplo, en el «Belfast», famoso navío británico de la Segunda Guerra Mundial, hoy amarrado en el Támesis con funciones museísticas; o en el portaviones estadounidense «Intrepid», también amarrado en Nueva York, en el río Hudson, como singular museo naval.
No obsta decir que el «Príncipe de Asturias» podría, igualmente, asumir funciones museísticas y que su rentabilidad económica, con imaginación e iniciativa, es perfectamente posible. Sus características morfológicas y su cubierta de vuelo lo hacen, además, idóneo para albergar múltiples tipos de actividades en las que podría participar un gran público. No se puede obviar, en suma, el impresionante reclamo turístico que este moderno «Escorial de los Mares», como se apodó en su época al navío español «Santísima Trinidad», podría representar para el puerto, la ciudad y la Comunidad Autónoma que lo acogiesen. Estamos seguros de que la actuación concertada, generosa e inteligente de la Administración -Central y Autonómica-, de Defensa -particularmente nuestra Armada-, de las entidades locales que puedan verse interesadas e involucradas, y del sector privado -empresarios de diversos sectores, así como organizaciones sin ánimo de lucro- podrá llevar a buen término una idea y un proyecto de tanto interés para todos.
Estamos a tiempo. Así lo pensamos algunos componentes del XXXIV Curso de Defensa Nacional del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, entre los que nos encontramos senadores y diputados de diferentes partidos, miembros de sectores sociales y empresariales, periodistas, etcétera. Y así lo queremos compartir con el conjunto de la sociedad española.
No dejemos pasar la oportunidad de salvar el portaviones «Príncipe de Asturias» como un monumento inigualable de la España democrática. Sería una verdadera pena ver el próximo mes de junio, los restos de este símbolo de España subastados, desguazados a trozos en nuestras costas o a miles de millas náuticas de nuestro país. Todos debemos implicarnos en evitarlo».
MANIFIESTO FIRMADO POR Manuel Altava (senador PP), Emilio Álvarez (senador PSOE), María Isabel Pozuelo (diputada PSOE), Ángel de Miguel (director general de Formación Profesional del Ministerio de Educación), Alejandra Frías López (magistrada asesora del Ministerio de Justicia), Javier González (organismos internacionales técnicos del Ministerio de Exteriores), Débora García Orrico (consultora política), Octavio Nieto-Taladriz (catedrático UPM), Francisco Javier Wrana (profesor URJC), Darío Vassallo (director área sector público IECISA), Fernando Navarrete (TVE), Antonio Elipe (director del Centro Universitario de Defensa de Zaragoza), María Esther Graullera (presidenta Gahn IGC S.A.), Andrés Canteras (profesor UCM),
Del XXXIV curso de Defensa Nacional del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, Ceseden.
http://www.abc.es/espana/20140512/abci-principe-asturias-manifiesto-201405102048.html
«El 14 de diciembre de 2013 se dio de baja el portaaviones «Príncipe de Asturias» (R-11), buque insignia y emblemático de la Armada española que ha tenido una vida útil de casi un cuarto de siglo desde que le fue entregada su bandera de combate en 1989. Durante estos veinticuatro años ha desarrollado y cumplido de un modo impecable misiones en muy diferentes escenarios, desde nuestros mares territoriales hasta el Mediterráneo oriental, como ocurrió en 1991 con ocasión de la primera Guerra del Golfo.
El «Príncipe de Asturias» fue construido por la Empresa Nacional Bazán, hoy Navantia, y es, por lo tanto, un buque de construcción española y de diseño también básicamente español. Ha sido un orgullo tecnológico de nuestros Ejércitos y de nuestra industria, a cuyo desarrollo ha contribuido, y ha merecido el respeto y la admiración unánimes de las marinas e industrias de muchos países del mundo, entre ellos los más avanzados.
Hoy, sin embargo, se ha decidido dar de baja un magnífico barco que, con las actualizaciones pertinentes, podría haber seguido prestando un servicio excelente a la Armada y a la seguridad y la defensa de España y nuestros aliados. Razones económicas y presupuestarias lo han aconsejado así. Algunas de las funciones realizadas por nuestro portaaviones pueden ser llevadas a cabo, en parte, por el todavía nuevo Buque de Proyección Estratégica «Juan Carlos I», una nave más polivalente.
Desde una perspectiva de planificación económica, o incluso de defensa, no tenemos nada que objetar aquí. Es una decisión que respetamos y que corresponde a profesionales, responsables y gestores de la Defensa.
Sin embargo, desde una perspectiva histórica y simbólica, desde un punto de vista diferente y, en cierto sentido, más profundo, sí nos preocupa hondamente que el buque que mejor ha simbolizado la España moderna, democrática y tecnológica, la de la plena integración de las Fuerzas Armadas en la sociedad de la que forman parte, la España de los últimos cuarenta años, vaya a ser desguazado y vendido a trozos por el peso de su metal, en algún lugar del mar Negro, por poner el caso.
Es decir, la significación del «Príncipe de Asturias» supera incluso, con mucho, la de un noble y gran barco de guerra que fue buque insignia de la Armada española. Esta nave debe ser vista, en realidad, como el monumento simbólico representativo de la España de mayor progreso económico y social de nuestra Historia. La España que conquistó y asentó la democracia, que se integró plenamente en Europa y la Comunidad Internacional, que impulsó la articulación de la Comunidad Iberoamericana y asumió sus responsabilidades en el mundo, alcanzando los primeros puestos en tantas áreas, desde la medicina o la ingeniería, a las artes o el deporte.
Éste es el valor icónico que puede y debe tener el «Príncipe de Asturias»: el de ser símbolo de una época, de un periodo fundamental de la Historia de nuestro país. ¿Desmontaríamos el Alcázar de Segovia porque no es un edificio operativo y porque implica gastos de mantenimiento? ¿Venderíamos sus piedras y sillares en una subasta internacional pública porque, en términos «prácticos», no nos hacen falta? Nos preguntamos: ¿no tiene todo el sentido tener y mantener esa magnífica fortaleza de origen medieval como testigo, imagen, enseñanza y recuerdo de nuestra Historia? Este es, precisamente, el sentido de lo que proponemos se haga con el Príncipe de Asturias (R-11), actualmente en Ferrol a la espera de su subasta y desguace el próximo mes de junio.
Se trata, al menos, de mantenerlo -flotando, por supuesto- como un lugar de la memoria, de nuestra mejor memoria, la de la España reciente, la de la España que comenzó con la Transición Democrática. Un auténtico castillo flotante que, anclado y amarrado, muestre imponente su majestuosa y grandiosa silueta en alguno de los múltiples puertos o ciudades de nuestras costas, recordándonos lo mucho que los españoles hemos conseguido juntos cuando hemos querido y sabido actuar juntos.Esto es lo que han hecho otros países, conscientes del valor de su Historia, con algunos de sus navíos más emblemáticos. Pensemos, por ejemplo, en el «Belfast», famoso navío británico de la Segunda Guerra Mundial, hoy amarrado en el Támesis con funciones museísticas; o en el portaviones estadounidense «Intrepid», también amarrado en Nueva York, en el río Hudson, como singular museo naval.
No obsta decir que el «Príncipe de Asturias» podría, igualmente, asumir funciones museísticas y que su rentabilidad económica, con imaginación e iniciativa, es perfectamente posible. Sus características morfológicas y su cubierta de vuelo lo hacen, además, idóneo para albergar múltiples tipos de actividades en las que podría participar un gran público. No se puede obviar, en suma, el impresionante reclamo turístico que este moderno «Escorial de los Mares», como se apodó en su época al navío español «Santísima Trinidad», podría representar para el puerto, la ciudad y la Comunidad Autónoma que lo acogiesen. Estamos seguros de que la actuación concertada, generosa e inteligente de la Administración -Central y Autonómica-, de Defensa -particularmente nuestra Armada-, de las entidades locales que puedan verse interesadas e involucradas, y del sector privado -empresarios de diversos sectores, así como organizaciones sin ánimo de lucro- podrá llevar a buen término una idea y un proyecto de tanto interés para todos.
Estamos a tiempo. Así lo pensamos algunos componentes del XXXIV Curso de Defensa Nacional del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, entre los que nos encontramos senadores y diputados de diferentes partidos, miembros de sectores sociales y empresariales, periodistas, etcétera. Y así lo queremos compartir con el conjunto de la sociedad española.
No dejemos pasar la oportunidad de salvar el portaviones «Príncipe de Asturias» como un monumento inigualable de la España democrática. Sería una verdadera pena ver el próximo mes de junio, los restos de este símbolo de España subastados, desguazados a trozos en nuestras costas o a miles de millas náuticas de nuestro país. Todos debemos implicarnos en evitarlo».
MANIFIESTO FIRMADO POR Manuel Altava (senador PP), Emilio Álvarez (senador PSOE), María Isabel Pozuelo (diputada PSOE), Ángel de Miguel (director general de Formación Profesional del Ministerio de Educación), Alejandra Frías López (magistrada asesora del Ministerio de Justicia), Javier González (organismos internacionales técnicos del Ministerio de Exteriores), Débora García Orrico (consultora política), Octavio Nieto-Taladriz (catedrático UPM), Francisco Javier Wrana (profesor URJC), Darío Vassallo (director área sector público IECISA), Fernando Navarrete (TVE), Antonio Elipe (director del Centro Universitario de Defensa de Zaragoza), María Esther Graullera (presidenta Gahn IGC S.A.), Andrés Canteras (profesor UCM),
Del XXXIV curso de Defensa Nacional del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, Ceseden.
http://www.abc.es/espana/20140512/abci-principe-asturias-manifiesto-201405102048.html
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
Foto posteada por el forista LoboAlfa en el foro WWW.AMERICAMILITAR.COM
Saludos
-Clark-- Sargento Mayor de Tercera
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Re: España
Espectacular Foto!!!!! la base de Rota es gigantesca, la base aeronaval mas grande de Europa.
Me sorprende no ver ningún barco americano.
Me sorprende no ver ningún barco americano.
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
MICRONESIA ESPAÑOLA
Pero esto último no es del todo cierto. Tras la pérdida de Filipinas y Cuba, España aún mantuvo la soberanía sobre un puñado de territorios en las islas del Pacífico. Mantener esas islas de pequeño tamaño, gran lejanía y con ningún valor como posición estratégica, se aventuraba una empresa ruinosa por lo que el gobierno español de la época decidió vendérselas a Alemania, ya que los germanos disponían de sus propias plazas coloniales en la zona. Este fue el fin definitivo de las posesiones allende los mares españolas.
El fin de nuestras colonias salvo para cuatro pequeñas islas que no quedaron reflejadas en el acuerdo con los alemanes. Estos territorios fueron los miniarchipiélagos Guedes, Coroa, Pescadores y Ocea.
La Melanesia Española o Micronesia Española se constituye por un conjunto geofísico histórico de archipiélagos enclavados dentro de las aguas de Oceanía en el Pacífico, entre Melanesia y Polinesia. Formado por cuatro grupos de islas: Guedes, Coroa, Pescadores y Ocea. Esto se debe a que las señaladas islas no están incluidas en el Tratado hispano-estadounidense, firmado en París el 10 de diciembre de 1898, ni en el Tratado Germano-Español en el que se cede al Imperio alemán los archipiélagos de Carolinas, Palaos y Marianas, excepto la isla de Guam, realizado en Madrid el 30 de junio de 1899.
Estas islas legalmente pertenecen a España, pero en la actualidad debido a que su valor económico y estratégico es mínimo, el gobierno español no las ocupa de forma permanente ni las ha reclamado como posesiones propias. Ni tan siquiera protestó a los gobiernos japonés y los EE.UU. por la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que algunas batallas y campañas se desarrollaron cerca de estas islas.
Todo se originó en 1948 cuando el jurista Emilio Pastor y Santos, ojeando en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores todos los tratados por los que España vendió sus islas Carolinas, Marianas y Palaos a Alemania en 1899 tras la derrota frente a EEUU en 1898 y la perdida de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam, “descubrió” que algunos islotes y atolones de soberanía formal española en la zona, aunque nunca fueron ocupados y no pertenecientes estrictamente a las Carolinas, se habían “olvidado” y, en consecuencia, seguían siendo legalmente españoles. Probablemente de todas nuestras aventuras coloniales, ésta es la más desconocida, pese a la enorme extensión marítima en que se desarrolló. Las Palaos, Marianas y Carolinas, nuestras posesiones en Oceanía, completaron en su tiempo la presencia de España en todos los continentes del planeta.
Pero esto último no es del todo cierto. Tras la pérdida de Filipinas y Cuba, España aún mantuvo la soberanía sobre un puñado de territorios en las islas del Pacífico. Mantener esas islas de pequeño tamaño, gran lejanía y con ningún valor como posición estratégica, se aventuraba una empresa ruinosa por lo que el gobierno español de la época decidió vendérselas a Alemania, ya que los germanos disponían de sus propias plazas coloniales en la zona. Este fue el fin definitivo de las posesiones allende los mares españolas.
El fin de nuestras colonias salvo para cuatro pequeñas islas que no quedaron reflejadas en el acuerdo con los alemanes. Estos territorios fueron los miniarchipiélagos Guedes, Coroa, Pescadores y Ocea.
La Melanesia Española o Micronesia Española se constituye por un conjunto geofísico histórico de archipiélagos enclavados dentro de las aguas de Oceanía en el Pacífico, entre Melanesia y Polinesia. Formado por cuatro grupos de islas: Guedes, Coroa, Pescadores y Ocea. Esto se debe a que las señaladas islas no están incluidas en el Tratado hispano-estadounidense, firmado en París el 10 de diciembre de 1898, ni en el Tratado Germano-Español en el que se cede al Imperio alemán los archipiélagos de Carolinas, Palaos y Marianas, excepto la isla de Guam, realizado en Madrid el 30 de junio de 1899.
Estas islas legalmente pertenecen a España, pero en la actualidad debido a que su valor económico y estratégico es mínimo, el gobierno español no las ocupa de forma permanente ni las ha reclamado como posesiones propias. Ni tan siquiera protestó a los gobiernos japonés y los EE.UU. por la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que algunas batallas y campañas se desarrollaron cerca de estas islas.
Todo se originó en 1948 cuando el jurista Emilio Pastor y Santos, ojeando en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores todos los tratados por los que España vendió sus islas Carolinas, Marianas y Palaos a Alemania en 1899 tras la derrota frente a EEUU en 1898 y la perdida de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam, “descubrió” que algunos islotes y atolones de soberanía formal española en la zona, aunque nunca fueron ocupados y no pertenecientes estrictamente a las Carolinas, se habían “olvidado” y, en consecuencia, seguían siendo legalmente españoles. Probablemente de todas nuestras aventuras coloniales, ésta es la más desconocida, pese a la enorme extensión marítima en que se desarrolló. Las Palaos, Marianas y Carolinas, nuestras posesiones en Oceanía, completaron en su tiempo la presencia de España en todos los continentes del planeta.
Blas de Lezo- Soldado Raso
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Re: España
http://actualidad.rt.com/ultima_hora/view/130600-espana-avion-combate-accidenteUn avión de combate español se estrella poco después de despegar
Publicado: 9 jun 2014 | 13:09 GMT
Un cazabombardero modelo Eurofighter del Ejército del Aire de España se estrelló poco después de despegar de la base aérea de Morón de la Frontera, Sevilla (sur del país), informa El Mundo.
Según autoridades locales, el accidente ocurrió después de que la aeronave se elevara de la pista del aeródromo militar para un ejercicio práctico rutinario. Al poco de despegar, el cazabombardero comenzó a ladearse y de repente cayó en picado hasta impactar contra el suelo. Se informa de que el piloto falleció en el incidente.
Publicado: 9 jun 2014 | 13:09 GMT
Un cazabombardero modelo Eurofighter del Ejército del Aire de España se estrelló poco después de despegar de la base aérea de Morón de la Frontera, Sevilla (sur del país), informa El Mundo.
Según autoridades locales, el accidente ocurrió después de que la aeronave se elevara de la pista del aeródromo militar para un ejercicio práctico rutinario. Al poco de despegar, el cazabombardero comenzó a ladearse y de repente cayó en picado hasta impactar contra el suelo. Se informa de que el piloto falleció en el incidente.
Anti-imperialista- Sargento Mayor de Tercera
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Re: España
Avances en el proyecto de la futura fragata F-110 para la Armada española
VIERNES 18 DE JULIO DE 2014 10:30
(defensa.com) El proyecto de la nueva fragata, la F-110, completa este verano dos importantes hitos. Así, coincidiendo con la práctica finalización de la fase de viabilidad por parte de la industria, el Estado Mayor de la Armada ha publicado los requisitos de cómo deberá ser su nuevo navío de escolta polivalente
Los objetivos son fruto del concienzudo trabajo desarrollado por el equipo de la Armada encargado del proyecto, que coordina su labor con la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), organismo del Ministerio de Defensa que gestiona este tipo de programas, y con los de la industria española naval y de alta tecnología, que encabezan las sociedades Navantia e Indra respectivamente, aunque no olvidemos que un proyecto de este tipo entraña la participación de varias decenas de empresas.
En otoño el proyecto entrará en la que la industria denomina la fase de definición, en la que se acabará de optar entre las varias alternativas de diseño previstas, trabajo que se desarrollará en total coordinación con los equipos de la Armada y la DGAM, y que se extenderán durante todo el año 2015.
La puesta en marcha del programa de construcción de las F-110, que se confía pueda iniciarse el próximo año financiándose con adelantos presupuestarios del Ministerio de Industria, además de dotar a nuestra Armada, servirá para reactivar la industria naval española.
Así tras aprobarse el proyecto por parte del Gobierno, se espera que la orden de ejecución pueda ser firmada a finales de 2015, con lo que en 2016 se iniciaría el corte de chapa cara a la puesta de quilla de la primera de estas fragatas.
Recordar que está previsto que Navantia construya cinco fragatas de la denominada clase F-110, que reemplazarán progresivamente a las seis de la clase “Santa María”, que irán llegando al final de su vida operativa la próxima década.
Con estos nuevos navíos se reforzarán las capacidades de la Flota, principal fuerza de acción de la Armada, de la que dependerán durante los 40 años que estarán en servicio, cubriendo un importante vector con unas características y un tamaño a medio camino entre los actuales BAM (Buques de Acción Marítima), de 93,9 metros de eslora y 2.670 toneladas de desplazamiento, y fragatas F-100 o “Álvaro de Bazán”, cuyo desplazamiento es de 5.800 toneladas (6.391 en la F-105) repartidas en sus casi 147 metros de eslora.
Además en su construcción, un proyecto inminentemente nacional, se seguirá con la eficaz práctica de incorporar el mayor número de elementos y sistemas comunes que incorporan los otros navíos citados, como es el SCOMBA (Sistema de COMbate de los Buques de la Armada), política que facilita mucho las tareas logísticas y de entrenamiento de las dotaciones y su posterior interoperatividad.
Se ha de recordar que es un navío que podría ser muy competitivo cara a la exportación, ya que estamos ante un sistema que se puede emplear tanto en operaciones de guerra convencional como asimétrica, con una dotación y unos costes operativos muy reducidos.
Este producto naval deberá competir con navíos de características similares, tanto franceses como son los escoltas de la clase “Gowind” de la DCNS, como británicos, que ya tienen muy encauzada su futura fragata Tipo 26, que sustituirá a las Tipo 23. La F-110 será una excelente fragata cara a su venta en los mercados internacionales que en un plazo de unos diez años demandarán, según lo proyectado en las necesidades estratégicas de varias marinas militares, el relevo de diferentes tipos de navíos de escolta puestos en servicio durante los años ochenta e incluso en los noventa. Entre éstas están las muy utilizadas fragatas estadounidenses Oliver H. Perry, en las que se basan las aludidas de la clase “Santa María”. (Julio Maíz Sanz)
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=12806:avances-en-el-proyecto-de-la-futura-fragata-f-110-para-la-armada-espanola-&catid=54:espana&Itemid=162
VIERNES 18 DE JULIO DE 2014 10:30
(defensa.com) El proyecto de la nueva fragata, la F-110, completa este verano dos importantes hitos. Así, coincidiendo con la práctica finalización de la fase de viabilidad por parte de la industria, el Estado Mayor de la Armada ha publicado los requisitos de cómo deberá ser su nuevo navío de escolta polivalente
Los objetivos son fruto del concienzudo trabajo desarrollado por el equipo de la Armada encargado del proyecto, que coordina su labor con la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), organismo del Ministerio de Defensa que gestiona este tipo de programas, y con los de la industria española naval y de alta tecnología, que encabezan las sociedades Navantia e Indra respectivamente, aunque no olvidemos que un proyecto de este tipo entraña la participación de varias decenas de empresas.
En otoño el proyecto entrará en la que la industria denomina la fase de definición, en la que se acabará de optar entre las varias alternativas de diseño previstas, trabajo que se desarrollará en total coordinación con los equipos de la Armada y la DGAM, y que se extenderán durante todo el año 2015.
La puesta en marcha del programa de construcción de las F-110, que se confía pueda iniciarse el próximo año financiándose con adelantos presupuestarios del Ministerio de Industria, además de dotar a nuestra Armada, servirá para reactivar la industria naval española.
Así tras aprobarse el proyecto por parte del Gobierno, se espera que la orden de ejecución pueda ser firmada a finales de 2015, con lo que en 2016 se iniciaría el corte de chapa cara a la puesta de quilla de la primera de estas fragatas.
Recordar que está previsto que Navantia construya cinco fragatas de la denominada clase F-110, que reemplazarán progresivamente a las seis de la clase “Santa María”, que irán llegando al final de su vida operativa la próxima década.
Con estos nuevos navíos se reforzarán las capacidades de la Flota, principal fuerza de acción de la Armada, de la que dependerán durante los 40 años que estarán en servicio, cubriendo un importante vector con unas características y un tamaño a medio camino entre los actuales BAM (Buques de Acción Marítima), de 93,9 metros de eslora y 2.670 toneladas de desplazamiento, y fragatas F-100 o “Álvaro de Bazán”, cuyo desplazamiento es de 5.800 toneladas (6.391 en la F-105) repartidas en sus casi 147 metros de eslora.
Además en su construcción, un proyecto inminentemente nacional, se seguirá con la eficaz práctica de incorporar el mayor número de elementos y sistemas comunes que incorporan los otros navíos citados, como es el SCOMBA (Sistema de COMbate de los Buques de la Armada), política que facilita mucho las tareas logísticas y de entrenamiento de las dotaciones y su posterior interoperatividad.
Se ha de recordar que es un navío que podría ser muy competitivo cara a la exportación, ya que estamos ante un sistema que se puede emplear tanto en operaciones de guerra convencional como asimétrica, con una dotación y unos costes operativos muy reducidos.
Este producto naval deberá competir con navíos de características similares, tanto franceses como son los escoltas de la clase “Gowind” de la DCNS, como británicos, que ya tienen muy encauzada su futura fragata Tipo 26, que sustituirá a las Tipo 23. La F-110 será una excelente fragata cara a su venta en los mercados internacionales que en un plazo de unos diez años demandarán, según lo proyectado en las necesidades estratégicas de varias marinas militares, el relevo de diferentes tipos de navíos de escolta puestos en servicio durante los años ochenta e incluso en los noventa. Entre éstas están las muy utilizadas fragatas estadounidenses Oliver H. Perry, en las que se basan las aludidas de la clase “Santa María”. (Julio Maíz Sanz)
Fuente: http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=12806:avances-en-el-proyecto-de-la-futura-fragata-f-110-para-la-armada-espanola-&catid=54:espana&Itemid=162
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